Sin filtros

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Hay películas que se convierten en moda, estallan en cierto sector cinéfilo, rebota en gente que dice “está buena la peli” porque la vio en Netflix y los productores compran los derechos y la hacen en un país, y en otro, y en otro más. Eso pasó con “Sin filtro”, así, sin s, que se convirtió en la segunda película más vista en Chile, y luego mutó en “Una mujer sin filtro”, en México; en julio será “Re loca” en Argentina, con Natalia Oreiro; y ahora se estrenó “Sin rodeos” en España, que aquí se conoció como “Sin filtros”. Desde ya que la original, lejos de ser una maravilla del séptimo arte, es entretenida y alguna que otra sonrisa arranca. Pero esta película dirigida por Santiago Segura se queda a mitad de camino, porque ni llega a explotar el humor bizarro que el actor supo desplegar en la saga de Torrente, ni hay gags divertidos que al menos le hagan honor a la original. Esta es la historia de Paz, una mujer que está al borde de los 40 y parece que se le cayó un edificio encima. Su marido es un artista que siempre está esperando las musas para pintar su mejor obra y mientras tanto nunca va al supermercado, ni repara que su hijo está filmando una porno en la pieza de al lado, y mucho menos que su mujer está al borde de un ataque de pánico. Como si fuera poco, Paz tiene un vecino insoportable que no la deja dormir, una amiga que nunca la escucha, una hermana que sólo le importa cuidar a su gato y hasta un ex novio que la coquetea pero se va a casar con otra. Encima en la agencia de publicidad donde trabaja llega una joven que maneja al dedillo las últimas tendencias de las redes sociales y le quitará el puesto de un plumazo. Un gurú aparecerá en su camino y Paz comenzará a decir todo lo que siente, sin filtro. A Maribel Verdú le falta oficio para hacer reír y eso le pone filtro al humor y no libera la carcajada. Un detalle clave para que la película nunca levante vuelo.