Sicario 2: Día del soldado

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Tal vez sea más descarnada que la obra que la precede. Y puede ser que Sicario (la de 2015, dirigida por el canadiense Dennis Villeneuve, que optó por dirigir otra secuela, la de Blade Runner antes que la de este filme) haya sido más profunda, menos literal. Más congruente.

Pero esta Sicario: Día del soldado es elocuente en su bravura. Y abre espacio para el debate sobre las formas en las que un Gobierno intenta resolver sus problemas, los derechos humanos, la solidaridad y la hipocresía.

Ya no está en primer plano el tráfico de drogas en la frontera entre los Estados Unidos y México, aunque sigue en el nuevo filme. En lo que se centra es en el tráfico de personas, el ingreso ilegal, pero el guión de Taylor Sheridan -libretista de Sicario- da un giro. La preocupación por el escaso control fronterizo es que ingresen por esa vía terroristas.

Hay un terrible ataque terrorista a un supermercado, lo que dispara una operación de contrainteligencia. Y aquí entran a jugar los personajes que tan bien conocimos en la primera: Matt Graver (Josh Brolin) y Alejandro (Benicio Del Toro), este último teniendo mucha más gravitación, y entendiendo lo que sucede de una forma que lo toca en lo personal. Ya sabrán por qué.

Hay torturas y el secuestro de la hija de un capo del narcotráfico para crear y fomentar una guerra entre los carteles. Y hay varias historias que se irán contando en paralelo -¿como Traffic, una de las primeras realizaciones que se encargaron desde Hollywood de contar el conflicto?- para ir desembocando en un relato común.

Es claro que el director romano Stefano Sollima (varios capítulos de la serie Gomorra le abrieron esta puerta) no es Villeneuve. Y también que el guión de Taylor Sheridan (autor del de la candidata al Oscar Sin nada que perder y él también director de la muy buena Viento salvaje) tiene fuerza suficiente para sostener en tensión al espectador por casi dos horas.

La crueldad tanto en una Sicario como en otra, es distinta. Aquí no es el motor, ni se la cuestiona de la misma manera.

Igual, cierta “sorpresa” que causa la desaparición de un personaje se ve desdibujada a los pocos minutos. No importa: Sicario: Día del soldado es un alegato, es un filme de acción, es un drama, en síntesis, es una película que denuncia el accionar del Gobierno de los Estados Unidos y del terrorismo, desdibujando las líneas que separan la legalidad de la deshonra.