Shrek para siempre

Crítica de Mauricio Svetaz - RosarioCine

La importancia de llamarse Shrek

Cuarta y aparentemente última parte de la saga de la historia del simpático ogro Shrek.
En esta oportunidad, el protagonista se encuentra ya realizado, con su esposa Fiona y sus tres hijos viviendo dentro de un gran árbol.
Pero la vida familiar y de “ogro bueno” parece no agradarle demasiado a Shrek, que añora los tiempos en los que era un ogro temido y perseguido.
Por esto, se encuentra “fortuitamente” con una especie de brujo llamado Rumpelstinkin, quien le ofrece hacer un “contrato mágico” en el que le promete a Shrek que volverá a ser ogro por un día, a cambio, que le de un día cualquiera de su vida.
Pero lo que Shrek no sabe es que este ser mágico, en realidad es malvado y está resentido por un hecho del pasado, cuando los reyes estuvieron a punto de entregarle el reino a cambio que deshiciera el hechizo de su hija Fiona, y el ogro al rescatarla, arruinó todo.
Por lo que “Rumpel” toma el día en que Shrek nació así nunca existiría y el puede lograr su sueño de ser el rey de muy muy lejano.
Entonces Shrek se encuentra con una historia muy diferente donde ni Fiona ni su insoportable mejor amigo Burro lo conocen, y los ogros del reino se encuentran en rebelión, liderados por la guerrera Fiona.
Sólo si Shrek logra darle el beso del verdadero amor a su amada antes del amanecer se romperá el hechizo que evitará que el embustero Rumpel se convierta en rey para siempre.
En resumen, un giro a la historia ya conocida, que a mi parecer, no era necesario y hace añorar aún más la calidad de las dos primeras entregas de esta saga.
Como siempre, el burro se lleva las mayores risas, acompañado por una buena participación de un “inflado” gato con botas.
En fin, con esto termina Shrek, en buena hora, con un capitulo final “aceptable” a regañadientes, esperemos que la ya anunciada película de “Burro” aproveche al máximo este personaje y vuelva al humor que gusta a grandes y chicos.