Séptimo

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

De no estar Darín quizás ni se habría estrenado o producido

Luego de “El secreto de sus ojos” y de “Tesis sobre un homicidio” más de un espectador encontrará ahora en “Septimo” cierta recurrencia por parte de Ricardo Darín en la interpretación de personajes ligados a cuestiones jurídicas. El actor parece sentirse cómodo en este tipo de roles aportando además su habitual profesionalismo. Pero en el balance queda la impresión de que sin él la película quizás no se hubiese filmado. Y aún en el caso hipotético de que igualmente hubiese sido producida, su estreno local tendría pobre repercusión en las boleterías.
El director español Patxi Amescua (“25 kilates”) es uno de los autores de un guión poco novedoso, en formato de thriller, que gira casi exclusivamente alrededor de Sebastián (Darín), un abogado cuyo matrimonio está en crisis. Delia, su esposa, no le perdona que lo haya estado engañando durante más de un año con su mejor amiga. Viven separados y el tema es la tenencia de los dos hijos. Ella es nacida en España, donde se conocieron, siendo ése el país donde su esposa desea emigrar con ambos niños, para lo cual requiere de él la firma de los papeles legales correspondientes. Belén Rueda compone convincentemente al principal personaje femenino, siendo el suyo un rostro bien conocido en nuestro país (“Mar adentro”, “El orfanato”, “Los ojos de Julia”).
El “Séptimo” del título es el piso de un antiguo edificio donde vive Sebastián, a menudo en compañía de sus hijos. El único ascensor que conduce a su departamento es vetusto y muy a menudo los hijos prefieren bajar por la escalera en una carrera con su padre cuando a la mañana van al colegio. Abajo está el portero (Luis Ziembrowski) quien integrará una larga lista de sospechosos (o mejor sería decir sospechables), cuando un día Sebastián llegue a la planta baja y ellos no estén. Un vecino, el comisario Rosales (Osvaldo Santoro), otro que lo acompañó en el ascensor y a quien llaman “el oso” por su aspecto sombrío, se agregarán al conjunto de posibles secuestradores aunque también habrá otros entre los que participan de un proceso judicial. En breve papel aparecerá un desaprovechado Jorge D’Elía como el jefe del bufete y algo inverosímil será la situación en la que Sebastián lo amenace con reventarle la cabeza si no accede a un pedido suyo.
El celular del infortunado abogado será un protagonista más y por supuesto en algún momento decisivo se quedará sin batería. Las violentas reacciones como aquélla cuando enfrenta a su jefe o inculpa a su portero aparecen como algo forzadas, pero como se señalaba al inicio son más producto de las impericias en la confección del guión que en las interpretaciones de los actores. Lo mejor serán los rubros técnicos: música del español Roque Baños, fotografía del argentino Lucio Bonelli.
Queda una reflexión sobre los últimos quince minutos donde se revela algo bruscamente la verdad sobre lo ocurrido y una escena final en el aeropuerto que no mejora una trama que empieza razonablemente pero no logra sostenerse hasta el final.