Séptimo

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Otra vez nos encontramos hablando de una película de género hecha en Argentina, a esta altura ya no tienen que sorprender a nadie encontrarnos con films propios que nada tienen que envidiarle a una producción enorme, que responden a un género clásico y trata de quitarle la mayor cantidad de “localismos” (aunque en esta ocasión persisten unos cuantos).
Un thriller de suspenso hecho y derecho, eso es "Séptimo"... una película de manual.
Sebastián (Ricardo Darín) es un abogado que residió en España pero ahora se ha instalado con éxito como abogado junior dentro de un estudio muy importante. Ni bien iniciado el film nos enteramos que tiene en sus manos la defensa en un caso controversial, mediático y que involucra altas esferas de poder; también vemos que maneja pocos escrúpulos y básicamente vive para el trabajo, o sea un prototipo cliché de abogado en ascenso.
Separado, todos los días pasa a buscar a sus dos hijos al departamento en un séptimo piso en el que viven con su ex esposa Delia (Belén Rueda) para llevarlos al colegio, y ahí juegan un juego inocente, él baja por las escaleras, los nenes por el ascensor, quien llega primero a planta baja gana... pero hay un pequeño detalle, cuando él llega los chicos ya no están, por ningún lado.
La base argumental es simple y con muchas reminiscencias a Plan de vuelo con Jodie Foster. Un padre, un lugar cerrado, niños desaparecidos, muchos sospechosos, una búsqueda que ocupará casi toda la película.
El director catalán Patxi Amezcua, que también co-escribio el guión según él basándose en una anécdota personal, deja los elementos simples. "Séptimo" utiliza casi como única locación el edificio con algunas tomas aéreas o en la calle sin mayor peso para darle respiro; tampoco destaca un virtuosismo en la fotografía o manejo de cámara, y hasta la música se usa como en un programa televisivo.
Su único objetivo parece ser imprimir nervio, hacer sentir al espectador lo que siente Sebastián, la angustia y la desesperación de un padre, y eso es un objetivo logrado.
Como es usual, los sospechosos se instalan por todas partes desde el segundo en que comienza el misterio y hace que, al igual que el protagonista, el público saque sus conclusiones y posibles resoluciones. Sí, como suele suceder en este tipo de films, la mirada aguda encontrará los hilos, algunos puntos que no cierran del todo, y hasta cuando se sepa la verdad habrá alguna sensación de ya saberlo de antemano, pero son los lugares comunes del género, y "Séptimo" se propone bucear en cada uno de ellos.
Darín vuelve a hacer de Darín, ya sea tratando de casar a su anciana madre, investigando durante años un asesinato, o tratando de estafar a incrédulos, el actor encontró un registro reconocible; y el espectador que va a ver “ una de Darín” encuentra lo que busca, es ese tipo querible, al que se le cree todo, que aunque sea un chanta indeseable se está del lado de él.
La española Belén Rueda (El Orfanato, Los ojos de Julia), al igual que un elenco formado por Luis Ziembrowski, Osvaldo Santoro y participaciones de Jorge D’Elia y Guillermo Arengo lucen sólidos aunque algo desaprovechados.
"Séptimo" no es una de suspenso perfecta, no es esas cajas chinas donde todo cierra a la perfección, es un producto entretenido, que intriga al espectador y hace pasar su tiempo volando; quizás no llegue a ser eternamente recordada, pero dentro del género cumple, y con eso le alcanza.