Schafhaus, casa de ovejas

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

Film cálido y auténtico sobre los afectos

La época de la dictadura en la Argentina sigue dejando hondas huellas en hombres y mujeres que todavía hoy tratan de descifrar episodios que los marcaron para siempre. Uno de esos seres es Ernesto, que a sus 36 años decide retornar a la Argentina proveniente de Alemania, donde vive desde pequeño, llevado allí por sus abuelos tras la desaparición de sus padres. Llega para hacerse cargo de los negocios que su abuelo mantenía con empresas dedicadas a la lana, y al llegar al aeropuerto los recuerdos del último momento con sus padres comienzan a apoderarse de él. Son rápidos y pequeños flashes desordenados e incomprensibles que lo afectan hasta provocarle desmayos.

Ya instalado en Buenos Aires, el primer paso de Ernesto es visitar a un viejo amigo de su abuelo, quien le obsequia una fotografía en la que se encuentra posando junto a sus abuelos y a su padre. Detrás se ve una casa de campo sobre cuyo portón se lee la palabra Schafhaus. Casi con un pie en el avión para volverse a Alemania, Ernesto toma una rápida decisión: alquilar un automóvil y viajar hacia Trelew, ese lugar patagónico en el que espera hallar las respuestas.
Amistad

Ernesto va conociendo poco a poco a esas personas que le brindan su amistad y que, supone, lo guiarán hacia esa casa de campo. Apasionado por un libro que halló por casualidad, Ernesto desea conocer a la autora (una muy buena labor de María Fiorentino), y ella le irá descubriendo todos los secretos de su familia.

El director Alberto Masliah logró su propósito de emocionar al seguir el recorrido de Ernesto y al mostrar a ese pequeño grupo que lo rodea y que, en definitiva, lo convencerá de que los recuerdos amargos pueden ser borrados, ya que la vida debe seguir su curso al lado de otras personas y de otras escenografías. Con un elenco de parejos méritos (son dignos de destacar los trabajos de Sergio Surraco, de María Lía Bagnoli y de Bernarda Pagés), con una excelente fotografía que capta con poesía los paisajes patagónicos, y con una música que va desgranando sus notas al compás de la historia, el film convence por su autenticidad. Lo que no es poco para una producción nacional hecha sobre la base del esfuerzo y de la tenacidad de sus responsables.