Sangre del pacífico

Crítica de Beatriz Molinari - La Voz del Interior

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El largometraje opera prima de Boy Olmi, Sangre del Pacífico, sintetiza la búsqueda artística de un director (Delfi Galbiatti) con alucinaciones épicas y del pasado personal, en un contexto social que sirve de disparador. Charito (Picky Paino), la joven peruana, empleada en su casa, desata recuerdos, culpas y la pasión de Jorge que hace del cine la excusa para desembuchar su mundo privado. La buena factura de Sangre del Pacífico pierde impacto por el exceso de líneas argumentales concentradas en el cineasta enfermo. Con Ana Celentano, China Zorrilla y la participación de l cordobés Paco Giménez en breve momento en una estancia de San Luis. Escenarios y fotografía se llevan los aplausos.

“El mundo está lleno de esclavos”

El actor Boy Olmi, que incursionó en el lenguaje audiovisual hace mucho tiempo como cortometrajista experimental, asume el largometraje con un guión que va abriendo historias a medida que acerca la cámara al protagonista, el cineasta obsesionado con las guerras de la independencia latinoamericana y las imágenes épicas. Para seguir el guión (de la película que quiere filmar), Jorge busca a un joven granadero que lo instruye en los lances de la esgrima. Al mismo tiempo, su hija Sara, antropóloga (Ana Celentano) registra la vida de las mucamas inmigrantes en la gran ciudad. En ese cruce de referencias se asienta el personaje de Charito, la peruana que ha dejado su hijo en un pueblo de la selva para trabajar en tierra extraña. Poco se sabe de los motivos de casi todos los personajes. Sangre del Pacífico es un fresco en distintos planos: personal y privado, onírico, laboral y social.

La figura del granadero, rol que interpreta Ezequiel Díaz, surge como un nexo entre mundos, así como la silueta pequeña y diáfana de Charito, venida de otra latitud y necesidades.

El actor Delfi Galbiatti compone un director afiebrado, viejo y enfermo, una especie de poeta maldito asistido por su hija. La figura romántica contrasta fuertemente con la superficialidad del personaje destinado a China Zorrilla. Esta vez la actriz no se muestra amable ni encantadora. Su perfil de patrona desconfiada revela la realidad de las empleadas domésticas que pasan por su casa. Olmi muestra de esta manera, dos posibilidades para encarar la vejez y, también, abre la puerta al contexto laboral de las chicas que deben ganar un lugar en el mundo del trabajo, lejos de sus familias y entre extraños.

Olmi ha querido contar demasiadas cosas en Sangre del Pacífico, siendo, al mismo tiempo, sensible a la problemática de un artista y al conflicto social que describe.

“El mundo está lleno de esclavos”, dice un personaje. Jorge, lo es de su culpa mientras Charito, como otras tantas mujeres, no pudo elegir nada mejor. La fotografía de la película revaloriza las atmósferas en esas casonas llenas de puertas y ventanas, la luz del amanecer y primeros planos de Paino. Los espectadores cordobeses, además, descubrirán a Paco Giménez, departiendo durante un almuerzo campestre, en la estancia de la señora terrateniente.