Sangre de mi sangre

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Con menos sexo y más mensaje

Pocos cineastas europeos son tan arriesgados como Marco Bellocchio. Aunque se lo individualiza por aquella famosa escena de sexo oral de "El diablo en el cuerpo" de 1986...Con menos sexo y más mensaje

Este realizador demuestra que a 30 años de aquel filme controvertido puede decir más mostrando menos. Sin escaparle a la sensualidad y con más metáfora social, Bellocchio dispara un relato complejo pero ambicioso. Quizá el formato, con un salto temporal de cuatro siglos, pueda desorientar al espectador, pero el pulso del realizador de "Vincere" logra que la idea cierre, con mensaje y todo. La trama arranca en el siglo XVII, cuando un soldado pretende que su hermano gemelo sea enterrado en tierra santa, lo que no es permitido porque se suicidó por perder el amor de una monja supuestamente embrujada. Ese relato, basado en un hecho real sucedido en un monasterio de Bobbio en tiempos de la inquisición, le permitió a Bellocchio exponer la crueldad de la Iglesia y la represión del deseo. La historia se funde con una situación contemporánea, en donde un ruso millonario quiere comprar aquel monasterio, ahora en ruinas. El realizador incorpora la figura de un vampiro veterano para representar al poder y sus mecanismos nefastos. Sin sangre, sin sexo, pero con ironías y sutilezas, Bellocchio muestra la tibieza moral y el sinsentido de la sociedad carente de valores. Metáforas en tiempos de crisis.