Samurai

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Indudablemente, el segundo largo de Gaspar Scheuer, es de los mejores films locales del último año. No puedo definir (lo confieso) con claridad si me atrapó el tópico (lo original), la atmósfera o las interpretaciones. Pasa en cintas como “Samurai”, que a veces, el cine argentino, sorprende, propone nuevos recorridos, arriesga con historias poco convencionales y… acierta.
Eso sucede con “Samurai”. Acierta. Es un pleno.
Estamos en los finales del siglo XIX, perdida en la inmensidad de la naciente Argentina, encontramos a una familia de japoneses. Allí, Takeo (de 20 años-Nicolás Nakayama, quien aprendió esgrima y estudió el idioma para poder estar a la altura del personaje-), va madurando la idea de honrar la memoria de sus ancestros. Su abuelo era un orgulloso guerrero oriental quien atraviesa los últimos años de su vida. Este joven, vive junto a su padre, el aprendizaje natural de ser heredero de esa cultura.
La familia trabaja la tierra. Pero al fallecer el viejo Samurai, Takeo entiende de sus últimas palabras, que debe buscar a Saigo Takamori, el último (y más valiente) de los de su casta, líder natural de aquellos legendarios guerreros, del que se dice huyó de la última sublevación en la patria del Sol naciente y está en tierras argentas, preparando todo para su regreso.
Todos sabemos que Saigo (lo dicen los libros) murió heroicamente al frente de la resistencia contra el emperador nipón, cuando aquel ordenó terminar con los Samurai, así que si están informados, ya en este punto crece la intriga por saber qué destino le depara a Takeo en esta búsqueda, cuyo resultado se anticipa impredecible.
Sabemos que la región es muy hostil para transitarla solo, por eso es que nuestro protagonista se unirá a Poncho Negro (Alejandro Awada, de gran trabajo), un ex combatiente de la Guerra del Paraguay, hombre enigmático y resistido por sus pares, para adentrarse en esa titánica tarea.
Viaje iniciático enmarcado en el despliegue de contradicciones culturales (la gauchesca versus la oriental), aquí el escenario se funde con la historia de manera única: la aridez de las tierras se ve en todos los rostros de los hombres que Takeo encuentra en su camino. Honor, gallardía, picardía y engaño, serán los elementos que girarán en este derrotero: se sabe extraño y está buscando su destino, más allá de lo exótico de sus rasgos.
Scheuer elige planos bellos para instalar a sus personajes: la soledad de esos parajes (se filmó en El Durazno, San Luis) y la sugerente fotografía, le dan a la película una atmósfera única. La vida interior de su protagonista (sus contradicciones con respecto al rumbo que debe tomar, hasta el mismo final) y las agudas observaciones de quienes van desfilando en la historia (desde el Coronel hasta cada gaucho que va apareciendo) son acertadas y van delineando una gran panorámica del escenario en esa época.
Delicada y telúrica, "Samurai" es una de las sorpresas del año (cuántas peliculas sobre gauchos hay, en nuestra historia reciente? No más de cuatro si mal no contamos...). Si decimos que hay cine arte local, este debería ser un gran exponente en ese género. No te la pierdas.