Salad days

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

No es muy representativo del punk, pero interesa

"Eramos adolescentes, y hacíamos muchas estupideces". "Trataba de entender cómo se podía llamar música al caos sonoro que hacían bandas como los Ramones. Eso hasta que escuché el tema 'Down in the basement' [Abajo al sótano] y me sentí identificado, dado que un miembro de mi familia solía castigarme encerrándome en el sótano". "De repente escuché que una canción era una especie de apología de la violación...fui a decirles que para una mujer, eso es espantoso. Me dijeron fuck you!". "Era genial si uno estaba tocando con una de las bandas, pero no era muy interesante estar fuera del escenario".

Entre todas las muchísimas, demasiadas cosas, que se dicen en este film, esta última frase es la que da reamente en el blanco, más allá de que algunas bandas de la movida hardcore de la capital estadounidense hacia la era reaganiana pueden ser potables (Fugazi, Bad Brains, The Faith y un largo etcétera) , y que dado el lugar y la época habría material interesante incluso para uno de esos modestos rockumentales televisivos con más gente hablando a cámara que material de archivo relacionado con la música.

Si bien gente como David Grohl asegura que la escena de Washington influyó en Nirvana, lo cierto es que ninguna de las bandas incluidas en Salad Days revolucionaron mucho más allá de su barrio. Hasta su actitud "punk" de denostar el alcohol, las drogas, e incluso el sexo, para que ningún elemento extraño perturbe la conexión entre el público y la música -o algo así- explica por qué casi todos los entrevistados lucen cómodamente instalados en sus propios estudios de sonido o posan delante de ordenadas bibliotecas prolijamente cool.

No por nada muchos de los entrevistados repiten una y otra vez que en la capital de los EE.UU., todos viven del Gobierno. Entre ellos, por no tener mucho que ver salvo el entusiasmo, el más genuino es el ex Nirvana David Grohl, que al menos posa detrás de un pared llena de posters rockeros.

Sólido en lo técnico, aunque no muy imaginativo, y mucho más largo de lo necesario, el film aporta data interesante sobre bandas cuyos discos nunca se vendieron en Musimundo. Nunca está mal seguir cursando la escuela del rock, el punk, el hardcore, o lo que sea.