Ruleta Rusa

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Del mismo equipo de Román, y con resultados similares, llega "Ruleta Rusa", de Eduardo Meneghelli, un policial de venganza con una estética muy particular. ¿Ha nacido un nuevo dúo dinámico?
A fines de mayo de este año llegaba a las salas argentinas "Román", un policial bien de género, que se destacaba por una producción importante, un elenco notable, y un conjunto que le dio pase libre en la colección de consumo irónico, o películas muy divertidas para revisar de tanto en tanto. Pero sobre todo, lo que llamaba la atención era su protagonista, el actor que interpretaba al Román del título.
Gabriel Peralta protagonizaba, y producía, y toda la película se centraba en su figura, un policía de altos valores, inquebrantable, capaz de cargarse a todo un sistema de corrupción él solo. Apenas seis meses después, llega "Ruleta Rusa", que nuevamente trae a Meneghelli en su segunda película, y a Peralta como actor principal y productor.
Si bien son películas diferentes en sí (los guionistas no son los mismos), la conclusión de ambas es bastante similar. "Ruleta rusa" es otra película muy divertida (¿a pesar suyo?), catapultada directo a la memoria del consumo irónico, enmarcada como policial de género. Si en Román Peralta era un policía que se oponía a los manejos turbios de un pastor evangelista que se adueñaba de los inmuebles de sus fieles, y manejaba hasta a la propia institución de seguridad; ahora es Rudy, un foráneo que llega a un pueblo chico en busca de venganza.
Rudy vuelve al pueblo para vengar a su padre, y su objetivo es Parra (Enrique Liporace, que esta semana logra doblete de estrenos para el consumo irónico, lo queremos), el capo mafia del lugar, un ser despreciable que habilita todo tipo de negocios oscuros, y se maneja con dos matones muy extraños (Pablo Pinto y Lautaro Delgado Timruk).
El destino le juega una mala pasada a Rudy, y de entre todas las chicas del pueblo, se enamora de Maru (Abril Sánchez), casi al instante de conocerla, y resulta ser la hija de Parra. Los planes de Rudy cambian (o no tanto, pero los oculta), y pasa a querer tener una familia con Maru. Para eso, consigue trabajo en el bar del pueblo, regenteado por Sayago (Pompeyo Audivert), al que Parra obliga que le de trabajo para tenerlo ocupado, y planear su propia estrategia contra el muchacho.
A diferencia de Román, la bajada de línea morosa no es tan obvia. Estamos hablando de un western pueblerino típico, con todos los elementos sabidos, y una cantidad de personajes variopinta.
El bar de Sayago funciona como un cabaret, en el que también juegan a la ruleta rusa, y abundan los personajes extraños o estrafalarios, como un presentador a cargo de Matías Marmorato. Siguiendo ese clima de tugurio extraño, la película se inclina en varios tramos por un aire cuasi lisérgico, con lentes rojo, angulares, imágenes distorsionadas, y hasta oníricas, y de un marcado homoerotismo.
Todo esto, creando una dualidad con los momentos más “pacíficos” de Rudy con Maru.
"Ruleta Rusa" tiene errores, notorios, una elipsis temporal confusa, diálogos forzados, un timing desparejo; no tiene los planos de los músculos de Peralta como en Román, pero igual hay escenas mal montadas; y la historia en sí, no llega a funcionar del todo. Pero también tiene aciertos, y es en su elenco, que a diferencia de la anterior película, parece entender mejor de qué va la película.
Pompeyo Audivert es un formidable actor y director de teatro, su personaje le exige la sobreactuación, y está en su salsa; es una criatura divina.
Enrique Liporace es gustoso verlo en este tipo de películas, le agrega el tono justo de bizarrés a esos mafiosos bien malos. A Matías Marmorato siempre es un placer verlo, y plus, hace uno de esos papeles en donde puede desplegar sus alas, su incorporación es un gran acierto y está entre lo mejor de la película. Pablo Pinto y Lautaro Delgado Tymruk (en especial este, uno de los mejores actores de su generación), se divierten y nos divierten.
Todos superan los escollos de sus personajes y lo que tienen para decir, y logran buenas performances.
Por su parte, Peralta no mejoró en seis meses. Hay personajes que no se entiende para qué aparecen; y situaciones muy extrañas, sin lógica, aún dentro del tono de la película.
Pero se trasluce una intención de querer hacer una propuesta de género con una estética y atmósfera particular. "Ruleta Rusa" en definitiva, mejora respecto a Román, y sigue ofreciendo buen material para ser vista como buen consumo irónico. ¿Otro dato positivo? Meneghelli y Peralta ya se encuentran trabajando en su tercera película. Podemos ir armando un club de fans de este dúo que promete ser prolífico.