Rigoletto en apuros

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

Notable debut de Dustin Hoffman como director

En 1967 y a la edad de treinta años, Dustin Hoffman inició con “El graduado” una carrera fulgurante con al menos diez títulos difícilmente olvidables. Sólo dos años después, en la que quizás fue su más gran composición como el vagabundo neoyorquino Ratso Rizzo, la ganadora del Oscar “Perdidos en la noche lo consagró definitivamente como uno de los máximos talentos del cine de la época. En la década del ’70, “Lenny”, “Todos los hombres del presidente”, “Maratón de la muerte” y “Kramer vs. Kramer” confirmaron las expectativas. El siguiente decenio aún daría algunos títulos destacables como “Lenny” y “Rain man”. Pero de ahí en más su carrera actoral entraría en una cierta declinación generalmente en roles secundarios como los de la serie de los “Fockers” junto a Robert de Niro entre otros.
Afortunadamente, Hoffman tomó una decisión tardía y muy celebrable que es la de pasarse del otro lado de la cámara. Y el resultado es “Rigoletto en apuros” (“Quartet”), una pequeña joyita que ya debe ser incluida entre lo mejor de este año en materia cinematográfica.
El actor, nacido en Los Angeles, no dudó a la hora de elegir la localización en mudarla de continente y por lógica rodearse de actrices y actores ingleses. Y confirmar de esta manera que entre los más grandes intérpretes de cine (y teatro) Gran Bretaña continúa teniendo un liderazgo indiscutible.
Ambientada en un hogar donde conviven pacíficamente un conjunto de cantantes líricos retirados, la calma se quebrará cuando ingrese Jean Horton (Maggie Smith), alterando la vida de varios de sus ex colegas. Quien más se verá afectado será Reggie, su ex marido, en una notable y muy medida actuación de Tom Courtenay. Difícil olvidar sus grandes interpretaciones en “El mundo frente a mí” (de Tony Richardson) y “El vestidor”. Distinta será la reacción de Cissy, de muy buen carácter, afectada de un deterioro progresivo por perdida de la memoria. Un rol difícil que Pauline Collins (“Yo amo a Shirley Valentine”) sortea con gran profesionalidad. Está también Wilf, el eterno Don Juan, quien se resiste a reconocer el paso de los años y que tan bien compone el escocés Billy Connolly. Este es el cuarteto del título original, que alguna vez cantaron juntos y que difícilmente pueda nuevamente ser recreado. Ocurre que anualmente se celebra en la institución que los alberga el aniversario del nacimiento de Verdi, pero convencer a la recién llegada a volver a recrear “Rigoletto” será el nudo de la trama. En algún momento cuándo le ofrezcan a Jean cantar con ellos les espetará un rotundo “Over my Dead Body!”, pero la réplica “Is that a Yes?” no se hará esperar. A destacar también la presencia de Michael Gambon, otro grande del cine británico en divertido rol.
Un choque estupendo de actores a los que se agrega una banda sonora compuesta de varios fragmentos de óperas famosas será disfrutado por melómanos y aún aquéllos que no lo sean. Con el plus de que la mayoría de los internos del hogar son verdaderos músicos, cuyos nombres y logros aparecen en los títulos finales como justo reconocimiento a un notable debut en la realización de Dustin Hoffman.