Resistir Cholo

Crítica de Rodrigo Seijas - Fancinema

AUSENCIA DE POLÉMICA

Recuerdo que cuando tuve que hacer la práctica docente en la escuela secundaria, uno de los textos que me tocó abordar fue El Señor Galíndez, de Eduardo Pavlovsky. De hecho, lo tuve que explicar en la primera clase a alumnos de quinto año y dieciocho años de edad. Y la verdad que salió muy bien, inicialmente porque los pibes tenían una predisposición muy buena –por no decir excelente-, pero también porque supe encontrar una anécdota vinculada al germen de la idea para la obra con la que conseguí capturar la atención de los estudiantes. Claro que eso último implicó un trabajo de investigación previo y una construcción discursiva en pos de lograr una recepción pertinente para el aprendizaje.

Mencioné lo anterior porque mirando Eduardo Pavlovsky, resistir Cholo, solo en algunos pasajes se puede apreciar un esfuerzo palpable por interpelar al potencial espectador. Más que nada en el registro de los ensayos de una puesta en escena con fragmentos de sus obras, aunque esa observación no deja de ser sumamente inocua, como si la cámara se conformara con estar ahí y nada más. El resto del documental de Miguel Mirra pareciera no preocuparse por innovar o romper con lo predecible.

Es así que el film se sostiene esencialmente desde testimonios a cámara de figuras que fueron muy cercanas a Pavlovsky, como sus hijos Martín y Federico; su última esposa, Susana Evans; Jorge Dubatti, Norman Briski y Ricardo Bartís. Ahí surgen algunos fragmentos relativamente interesantes, con Bartís señalando la forma en que Pavlovsky se desligaba de sus textos o Dubatti explicando la evolución en la concepción del teatro por parte de un dramaturgo y actor que ha sido fundamental en la historia del teatro argentino e incluso mundial. Pero no hay más que eso, porque no hay más esfuerzo: de hecho, el documental va colocando a lo largo del metraje partes de un par de eventos públicos (un homenaje donde interviene Briski, una conferencia en compañía de Dubatti) y fragmentos de Potestad, con el propio Pavlovsky en escena, pero sin un sentido narrativo o estético, sino como mera acumulación.

El resultado es un documental que pareciera ir contra los propios preceptos creativos de la personalidad en la que hace foco. Si Pavlovsky buscó hacer un teatro que impacte y sacuda al espectador desde elementos inesperados, incómodos, polémicos, lo de Eduardo Pavlovsky, resistir Cholo es la previsibilidad absoluta, un continuo transitar por lugares carentes de controversia y reflexión crítica.