Reflejos siniestros

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Exponente del nuevo cine de terror ruso, "Reflejos siniestros", de Aleksandr Domogarov, acumula problemas y errores de todo tipo que la alejan de poseer un espíritu propio. Desde el estreno de "La novia" en 2017, en nuestra cartelera se siente una pequeña pero refrescante oleada de cine de terror proveniente de Rusia.
Un puñado significativo de títulos que, con mejor o peor suerte, se destacan por mezclar la estética gótica y expresionista propia de la ex URSS, con un estilo e historias modernas que mezclan los mitos populares del país con personajes que responden a una cultura occidental.
Hasta la fecha, estos títulos, si bien no aseguraban siempre la mejor calidad, por lo menos hacían un guiño en la posibilidad de ver algo distinto. Todo esto se da de bruces frente al estreno de "Reflejos siniestros", una de esas propuestas que terminan por interrumpir una secuencia planteada de novedad y volver hacia ideas que ya han sido superadas en el pasado cercano.
¿Cuánto tiempo puede pasar desde el inicio para que algo nos haga bajar las expectativas? La primera escena de "Reflejos siniestros" comienza con una toma aérea, en una carretera oscura, lúgubre, creando un clima sombrío. Sensación que es tajantemente interrumpida por el acompañamiento de música electrónica sin ningún tipo de justificación. Inmediatamente después nos percatamos de un detalle, la copia que llega a nuestras salas, posee un extraño doblaje en inglés sin la más mínima modulación en los tonos.
La escena se corta y una placa con el título (en inglés) de la película es acompañada por una locución en off que anuncia impostádamente “Queen of Spades: The Looking Glass”, como si fuese uno de esos títulos de las viejas noches de Canal 9 en las que se bajaba el audio para anunciar un título falso. Bastaron menos de cinco minutos para que por nuestra mente se cruce la idea de que quizás, esto no sea muy bueno.
Lo siguiente será un film de terror adolescente muy prototípico y mal ejecutado, que toma como referencia una leyenda, el de la "Reina de espadas"(de hecho, ya hay una película de 2015 con el título "Queen of Spades: The Dark Rite", que no queda muy en claro si es precuela o solo es por hablar de un personaje popular) un ser fantasmal que habita en el reflejo de los espejos.
Un alma en pena que cometió el crimen de uno de sus hijos en siglos pasados (o algo así, tampoco es que la película lo explique mucho), y ahora aguarda por capturar almas ajenas que sacien su dolor. Olya (Angelina Strechina) es llevada a un internado o colegio pupilo con otros adolescentes problemáticos, junto a su hermano menor, el niño Artyom (Daniil Izotov); luego de que ambos sufran la muerte de su madre, y su padre básicamente se los quiera sacar de encima.
Olya es una joven oscura, con cara de pocos amigos, introvertida y quizás algo dark. La relación con su hermano, que vive aferrado al recuerdo, no es la mejor. En su llegada, se encuentra con el típico variopinto grupo de adolescentes que van desde la golfa y la gorda acomplejada, al galán machirulo. También hay un profesor joven y compinche.
Paso siguiente, este grupo digno de Cris Morena se junta una noche a narrar historias de terror, y es así como dan con el sótano del edificio abandonado del instituto que data del Siglo XIX.
En este lugar, hay muchos dibujos extraños en las paredes y espejos ¿Qué mejor que utilizarlos para invocar a la Reina de Espadas y pedirle que les cumpla sus deseos más íntimos? Ese es el poder de este espectro, hacer que aquello que habita en nuestras mentes y corazones se haga realidad, a cambio de nuestras almas.
Obviamente, el mito es real, y la reina en cuestión se encargará de cumplir de un modo retorcido los deseos; o hacer que estos se vuelvan en nuestra contra. No es el argumento más original del mundo. Es todo lo que esperamos de un film de adolescentes clichés enfrentándose a un espíritu cazador.
Pero comprimido, porque el film pierde tiempo en una introducción larga que se supone desarrolla el drama de Olya y su hermano, pero nunca llega a interesar en los más mínimo. "Reflejos siniestros" tiene una duración que no llega a la hora y media de proyección, sin embargo, entre situaciones inconexas, una falta total de clima, terror de ese que no muestra una gota de sangre, un estilo de imitación pobre de Hollywood muy fallido que ni siquiera apunta a la diversión clase B, y personajes de lo más planos, la situación se hace cuesta arriba y eterna.
En algún momento, podemos alcanzar el nivel de comedia involuntaria: pero el general es tan aburrido y monótono que difícilmente podamos hablar de consumo irónico. Lo dicho, a Argentina llega con una copia doblada al inglés que le quita todo tipo de expresión. Es como si los intérpretes de doblaje leyesen un texto estilo lista de supermercado, o como ver cine porno sin las escenas que importan y le dan razón de ser a esas películas.
Siendo que no se trata de un título muy actual, e infidencia, ya circulan online, copias en buena calidad y audio original, la razón de que esto se estrene así como lo hace es todavía más extraña.
"Reflejos siniestros" es un retroceso para el cine de terror de un país que parecía siempre tener algo para ofrecer. Tranquilamente puede ser uno de los peores estrenos del año.