Red 2

Crítica de Ulises Picoli - Función Agotada

La pandilla de Bruce

Red (Retired Extremely Dangerous/Retirado Extremadamente Peligroso) del año 2010, protagonizada por longevos Bruce Willis, Hellen Mirren, Morgan Freeman y John Malkovich (entre otros), había resultado una grata sorpresa. El film jugaba con el regreso (con gloria) de unos asesinos institucionales de la CIA, KGB e IM6 en una aventura de humor más acción (aunque quizás la fórmula fuera inversa) que funcionaba por la selección de actores que, al igual que Los Indestructibles, avivaba la memoria y desde su lugar de "más sabe el diablo por viejo" nos arrinconaba con el despliegue de veteranos felices e inoxidables.

Es ley, salvo contadas excepciones, las segundas partes suelen ser innecesarias. Todo aquello que brilló o mínimamente sorprendió se termina transformando en mera fórmula para seguir juntando dinero. Bueno, Red 2 es eso. ¿Resulta tan lamentable? En este caso, no lo creo. Aquello que divertía de la primera sigue funcionando en esta continuación. Malkovich sigue paranoico y descontrolado, Mirren es sensualidad y elegancia y Bruce sigue siendo Bruce, un pelado con cara de afligido imposible de matar. El agregado de unas nuevas figuras como la de Catherine Zeta-Jones de agente rusa y el surcoreano Byung-hun Lee (A Betersweet Life, The Good, The Bad and The Weird en Corea y G.I. Joe: El Contraataque en el mercado norteamericano) de furibundo asesino, suman parcialmente. Se notan, como muchos eventos, forzados dentro del relato. La veterana incorporación de esta segunda parte es la de Anthony Hopkins en un papel de científico/lunático que navega en piloto automático. Se nota que el bueno de Hopkins ya hace lo que quiere (y como quiere).

Superando el espíritu de la primera, se percibe en Red 2 más claramente la autoconciencia por parte de los actores de que están jugando papeles inverosímiles, de que todo es un gran artificio. Uno puede dejarse llevar por el truco: al asesino más letal le alcanza con un papel para hacer su trabajo, la entrada al kremlin es por un local de comida rápida, robar un jet es tan sencillo como pestañear. Porque si uno desea complejidad y consistencia narrativa, difícil que pueda disfrutarla. Su estructura es puro salto temporal y espacial. Se empuja narrativamente introduciendo acción explosivamente circunstancial vacua de contenido. Por eso rinde más un gesto que un tiro, porque hay un sostén detrás (ahí están Cox, Malkovich o Mirren). Las escenas son intempestivas, acumulando escaramuzas a mucho volumen pero sin ideas ni construcción emocional (la entrega física de Byung-hun Lee es digna, pero se nota resultadista). Si algo que hay achacarle a esta segunda parte es que olvida esa hermosa idea del regreso de unos veteranos a la acción (cabe recordar ese duelo generacional de Willis vs Karl Urban) trocándola por una madeja de explosivas vacaciones europeas. Aquí se suma humor y acción pero se resta sentimiento. Ahora, si uno entiende que estamos ante una aventura similar a La gran estafa (Ocean's Eleven, 2001), con tipos que se divierten en pantalla e invitan a que nos divirtamos con ellos, consintiendo la falsedad narrativa, aún con sus aciertos y errores (no todo chiste da en el blanco y hay mucho petardo sin sentido), se puede disfrutar de una linda anarquía a caballo de viejas glorias.