Recuerdos Secretos

Crítica de Guillermo Colantonio - Fancinema

Ni chicha ni limonada

Recuerdos secretos es una película importante, bien filmada, efectiva, dentro de los códigos genéricos del thriller y con estupendas actuaciones. Bien podría haber sido un cuento de Borges. No obstante, a diferencia del escritor argentino, Egoyan no escatima en ofrecer arquetipos conocidos por todos en estos temas de venganza judía contra nazis y nutre a su puesta en escena de los convencionales mecanismos narrativos.

El enorme Christopher Plummer interpreta a un personaje con demencia senil cuya esposa ha fallecido recientemente y es quien inicia una complicada búsqueda para dar con el nazi que mató a su familia en Auschwitz. El que orienta el periplo desde el geriátrico es Martin Landau, un amigo al que le tocó en suerte la misma desgracia. Todo el trayecto transcurre como un tour de forcé de Plummer donde su precario estado de salud lo pone en situaciones tensas. La labor del veterano actor es maravillosa. El cuerpo dominado por los temblores y agobiado por los repentinos bloqueos en la memoria mantiene el suspenso con solvencia. La fluidez narrativa y los reposados movimientos de cámara están al servicio de un estilo clásico que no desdeña academicismo y lugares seguros. No obstante, lo peor pasa por el trillado punto de vista a la hora de construir los modelos de víctimas y victimarios. Hay, en este sentido, una serie de elementos puestos en juego que propician la caída al vacío de signos maniqueos.

De manera tal que lo mejor de Recuerdos secretos asoma a través de algunos ganchos narrativos disparatados que trasuntan cierto sesgo de libertad y logran mantener en vilo la atención del espectador. Se da en aquellos pasajes donde la ficción alcanza un grado de autonomía tal que permite pensarse como un sistema cuyas reglas exceden el marco histórico. Pero Egoyan, más preocupado en la balanza por la prolijidad que por el desquicio, elige subrayarnos todo el tiempo dónde estamos, como si a esta altura, ya no lo supiéramos. Y eso lo transforma al film en desparejo.

Así se presenta Recuerdos secretos: seductora y elemental al mismo tiempo, pero lejos, muy lejos de otras referencias históricas del mismo director a conflictos con consecuencias morales (Ararat) o de incursiones en identidades y cuerpos secretos que afectan el entorno social (Exótica, El dulce porvenir).