Reality

Crítica de Roxana Garcia - Loco x el Cine

¿Cuál es el verdadero camino a la fama?

El director italiano Matteo Garrone -Gomorra (2008)- nos trae una historia de una típica familia pobre napolitana en la que uno de sus integrantes encuentra la posibilidad de salir de ese mundo como parte de un reality televisivo. El programa en cuestión es Grande Fratello (la versión italiana de Gran Hermano) y el integrante es Luciano (Aniello Arena), un padre de tres hijos que es dueño de una pescadería y que impulsado por los suyos y por su propio deseo de fama y dinero, se embarca en lograr un lugar en el casting de la próxima edición del show.

Este será el punto de partida de Reality, donde la búsqueda de triunfar puede obsesionar y enloquecer a cualquiera. Luciano aún no ha accedido ni a un gramo de su posibilidad de éxito cuando ya comienza un camino que lo llevará por un laberinto siniestro de locura, fascinación y/u obsesión.

Siguiendo con la tradición tragicómica del cine italiano, Garrone nos sitúa en una familia bien particular, nos la presenta en una fiesta de casamiento donde lo clásico y tradicional de los casamientos se mezcla con lo moderno: un celebritie – gracias a su participación en Grande Fratello- viene a saludar a los novios, a darles aliento en su matrimonio y huye rápido en un helicóptero, como si lo que pueda decir “este famoso” a esta joven pareja de tortolos sea la máxima palabra.

Con estas primeras escenas podemos imaginarnos el génesis de la película, de cómo la televisión actual va marcando el ritmo de la sociedad actual, donde los medios hacen estragos en todas las generaciones. Luciano, sus padres y tíos, como sus sobrinas e hijos, están ligados a esta manipulación visual que los termina acorralando. Porque una vez que su protagonista accede a un primer casting y pasa esa ronda, su vida deja de tener sentido y su único fin en ella es ingresar a la casa del Gran Hermano. Comienza el delirio de persecución, de redención de los pecados porque ese gran ser que manipula en esta historia no solo puede ser el gran público, también puede ser la televisión – como medio de comunicación o como dispositivo- o el propio Dios que ligado y unido los primeros, le está haciendo ver a Luciano que si no ayuda a los otros es poco probable que lo ayude a él en su ingreso al show. El Gran Hermano está ahí, en todos lados, observándonos. No es necesario entrar en la televisión para no sentir que uno está viviendo un reality, o por lo menos, es lo que Garrone nos transmite a lo largo del filme.

El trabajo de cámara permite vivir todo el tiempo la historia de Luciano como un reality show, nada de ficción hay aquí. Incluso el propio Aniella Arena es un presidiario que el director conoció durante el rodaje de Gomorra y que forma parte del grupo de teatro de la cárcel de Volterra – el mismo lugar donde se filmó César Debe Morir- y que aporta a la historia de un realismo mucho mayor conuna actuación inocente y de un candor propio, ligado al descubrimiento de un mundo que no es suyo porque no lo conoce.

La película nos abre mil caminos de análisis sobre los medios, su manipulación, la neotelevisión con su cuota de cuasi realidad en pantalla que más que realista es pobre y guionada, donde la fama es el sueño de todos y donde esa búsqueda por ser y estar en ella puede conducir a caminos inimaginados. Incluso la iglesia no se queda fuera de la crítica que plantea el director: la fascinación por la televisión no dista mucho de ser la nueva religión actual.

Una película que nos permite reflexionar sobre los medios de comunicación actuales, sobre sus formatos y contenidos; y de cómo estos influyen en la sociedad generando diferentes efectos. Ampliamente en parentada por algunos ejes temáticos con Requiem por un Sueño y de The Truman Show, Reality es una película abierta a la interpretación que sacude mentes y espíritus.

Definitivamente, Garrone es de lo mejor del nuevo cine italiano en su búsqueda de una realidad mucho más ácida que sus antecesores y Arena cumple con un papel que parece estar pensando a su medida. Una mirada interesante de la sociedad como producto cosificado y donde la mira está puesta en el estar y no tanto en el ser. Lo que consumimos nos define tanto por lo que tenemos por lo que nos falta.

@Belloysublime