Re loca

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Hay momentos en que los límites se corren, y todo va tan para adelante que puede ser peligroso. O muy liberador. Eso le pasa a Pilar, el personaje encarnado por Natalia Oreiro, que un buen día, cansada de que le vaya pésimo con su pareja, con su mejor amiga, con su hermana, con su ex novio y también en el trabajo decide provocar un quiebre en su vida para hacer y decir lo que le sale de las tripas. El plus que tiene esta película, comparada con la original chilena “Sin filtro” (de la cual se adaptó la idea original) y de la reciente versión española encabezada por Maribel Verdú, es que aquí el lenguaje y las expresiones son un tanto más subidos de tono, y por lo tanto generan una empatía directa con el espectador. Para que no queden dudas, en “Re loca” el público se divierte en el cine mientras que con las películas anteriores era muy difícil arrancar una carcajada. Es que aquí, esta joven de casi 40 años que se le vuela la peluca con su marido artista y un jefe incompetente le cae como anillo al dedo a la interpretación de Oreiro, quien no teme putear con todas las letras cuando un camionero le dice “bombón” o trepársele encima a un taxista que la destrata porque le chocó el auto. En plena era de reivindicaciones de género, el filme también sirve para espejar cómo se naturalizan ciertas situaciones de violencia, no sólo de entrecasa y en el marco de una relación de pareja, sino también con el vecino que pone la música a todo volumen a la madrugada o quien insulta en la calle cuando el tránsito está congestionado. Más allá de la voz en alto de una mujer atropellada, el filme de Zaidelis invita a pensar más allá del sexo de la protagonista. Y propone cuánto hay de sanador en decir lo que se siente, pero también cómo hay que ser equilibrado para no lastimar a los seres queridos.