Re loca

Crítica de Javier Luzi - Visión del cine

Versión argentina de un éxito chileno, la comedia Re loca apuesta todas sus fichas a Natalia Oreiro, su protagonista.
Todo comenzó en Chile con Sin filtro, una módica y plana comedia dramática (más lo último que lo primero) que se convirtió en un éxito inesperado y que hoy se puede ver en Netflix. De ahí a su venta internacional para producir otras versiones (método que está multiplicándose ante la ausencia de ideas) sólo hubo un paso. Que se dio. En España (allá llamada Sin rodeos y estrenada acá como Sin filtros), en México Una mujer sin filtros y la que está produciéndose en Estados Unidos. Ahora nos toca a nosotros.

Con las diferencias idiosincráticas de cada país que la van aggiornando, pero con escenas y situaciones novedosas en cuanto al original (lo que de alguna manera valida los títulos de “basada en”) que buscan cambiar algunas situaciones y menguar ciertas resoluciones genéricas (los personajes femeninos antagónicos no son castigados -el caso de la influencer millenial es paradigmático-), Re Loca irrumpe cargada de tips propios de estos tiempos de empoderamiento de las mujeres.

Pilar (Natalia Oreiro) sufre en silencio, y haciendo de tripas corazón, la nula colaboración hogareña de su pareja -por no hablar de la falta de deseo sexual-, las burlas y maltrato del hijo de él, el ninguneo y aprovechamiento del dueño de la agencia publicitaria en la que trabaja, la irrupción de una jefa más joven y con poca capacidad pegada al celular, la falsa atención de una amiga y la excesiva de un ex a punto de casarse y manipulado por su novia, un vecino fiestero y un psicoanalista interesado en medicarla.

Imposible soportar todo ese cóctel sin que haga efecto en el cuerpo y cuando está a punto de explotar se cruza (una decisión demasiado forzada por el guion) con un personaje que no se sabe bien qué es pero en segundos se gana su atención (el guion de nuevo) y le ofrece un experimento para “sanarse”: mezclar cenizas de pétalos de rosa, vino, sangre, orina, tirar uno, beber otro y zas… Pili se libera y no puede parar de decir lo que piensa y mucho menos contener la furia y accionar contra todos.

El problema es que en su arremetida Pilar no distingue contra quien va y hace daño a sus seres queridos (especialmente a su hermana aficionada a los gatos), lo que la desacelera y la hace intentar aprender a manejar lo que vive. Cuando todo parece encaminado a terminar de la peor manera, o al menos la más facilista, la película da un giro y se aparta del previsible final feliz resolutivo.

Re loca acude para solventar la comedia a gags que no siempre funcionan y echa mano a la puteada y el grito en demasiadas oportunidades. Los estereotipos están a la orden del día y es muy evidente el quiebre en dos partes del film para explicitar las diferencias de la protagonista. Lo que es una pena porque Natalia Oreiro demuestra nuevamente que en la comedia navega con plena seguridad y certeza y no es necesario remarcar las cosas.

Claramente la película se apoya en su carisma y su presencia escénica. Y no se equivoca. Lo demás es el acompañamiento, con mayor o menor fortuna, del resto del reparto y una puesta básica y sin ningún riesgo.

El film elige acercarse más a un tono donde prime “lo importante” de las situaciones, que tampoco son tratadas con profundidad, lo que entonces hace que se pierda cierta ligereza en los temas propuestos que la comedia podría haber mejorado y hecho más efectivos en lugar de efectistas.