Rafa, su papá y yo

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

Entre la ficción y la realidad, el director Sebastián Muro comenzó a filmar, con una pequeña cámara, la trayectoria de su padre mientras que Rafa, un extrovertido empresario de eventos decide, al mismo tiempo, rodar una película para presentarla en la facultad a la que concurre. Hipnotizado por la comodidad y la displicencia de su padre frente al ojo de la cámara, Sebastián prosigue filmándolo hasta que, sin quererlo, comienza a relatar su propia historia familiar y se encuentra con un tema nunca saldado con aquel. Así esta atípica trama recorrerá con humor y con calidez el camino de esos personajes que necesitan conocerse más y mejor para saldar viejas deudas, entre las que se cuenta el largo alejamiento de Sebastián con su ahora casi desconocido padre.

El realizador del film juega cómodamente con los episodios cotidianos y con los sucesivos ejemplos por los que debió transitar para lograr que su propia vida llegue a la pantalla grande y así, desde ella, mostrar a la paternidad como problema y, al mismo tiempo, poner atención para poder reparar las heridas del pasado. La mayor parte de sus muchos allegados aparece en el film y así se logra un excelente clima que va descubriendo alegrías y tristezas de ese grupo que emociona por su ternura y por sus recuerdos.