Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo

Crítica de Luis María Fittipaldi - RosarioCine

Mi pasado me condena

La dupla Cohn-Duprat fué responsable de aquél hito televisivo de finales de los años 90: "Televisión abierta", después volcados al cine dieron: "Yo presidente" -meritorio doc-, "El Artista" -de buenos comentarios- y la muy exitosa y calificada: "El Hombre de al lado" (2010), ahora arremeten con una comedia negra, cercana al más oscuro cinismo, una genuina propuesta corrosiva que mezcla cierto dramatismo con elementos fantásticos, sumado todo a la presencia del extraordinario Alberto Leiseca -autor del cuento original y con su presencia de narrador-, siendo este es un verdadero hallazgo.

La trama arranca en el desierto marroquí siglos atrás para trasladarse luego de un hecho imprevisible a la actualidad en una parrilla de Olavarría -prov de Bs As-, donde el aburrimiento y cierto ostracismo acosa a sus habitantes y sitio en el cual al azar, un extraño individuo (Eusebio Poncela, magnífico como siempre) concretará un pacto con un mediocre hombre (Emilio Disi, contenido, y estupendamente ubicado en un rol que le calza notablemente). A este individuo que suma todas las imperfecciones básicas: es ventajero, púsilánime, jodido, un ser gris y perdedor, un prototipo del más lamentable ejemplo del argentino medio que le echa las culpas al resto de su espantosa existencia, y que siempre quiere sacar partido de todo. A él precisamente le ofrece un millón de dólares para que viaje al pasado de su vida pero con sus actuales ideas y frustadas experiencias, asi primero buscará el perdón de su madre muerta, intentará dar aviso a las autoridades del atentado a las Torres Gemelas, plagiará "Imagine" de John Lennon (como un joven de los ’70 que encarna Darío Lopilato), etc.
Pero este viaje en el tiempo traerá sus cosas y así como ofrecerá momentos de ácido humor también el manejo elogioso de la crueldad humana (cuando de niño observa la muerte accidental de su padre).
Quizás por ser una peli distinta, y tan nihilista, que acomete mostrando nuestras miserias humanas, no haya sido aceptada por el público como "Un cuento chino", que si bien es buena es menos importante en su propuesta a ésta. Es destacable como se imponen los directores una mirada social y política tan certera.
En definitiva a nadie le puede atraer que muestren lo "soruyo" que a veces somos.