Que sea ley

Crítica de Marisa Cariolo - Cinergia

La ola verde

La revolución de las hijas está en su pleno apogeo, miles de jóvenes libres conscientes y soberanas pueblan las calles de Argentina. Ellas saben que ninguna conquista social para grupos históricamente excluidos provino de la inacción o la inercia (voto femenino, divorcio vincular, patria potestad compartida, cupo femenino) y es por eso que con su insolencia y convicciones salen a pelear por lo que es justo.

Juan Solanas no es ajeno ni a la lucha ni a la utilización de los recursos cinematográficos para perpetuar las batallas culturales más trascendentales. En su ADN pulula la militancia de su padre y el manejo del cine como un elemento mas de generación de contenido.

Pero el documental sobre la lucha por la legalización del aborto no se limita a registrar la sororidad reinante en las movilizaciones populares, sino que también retrata las diversas situaciones de inequidad y muerte que se generan por la penalización de la interrupción del embarazo. Y en este particular enfoque radica el mayor acierto de Que sea ley: en visibilizar las situaciones de abuso sistemático al que las mujeres son sometidas aun en aquellos casos en que sus abortos estarían amparados por la ley.

El caso más emblemático y doloroso es el de Ana María Acevedo, una joven de 19 años madre de tres hijos que fue diagnosticada con cáncer de mandíbula mientras cursaba su primer mes de embarazo. Los médicos se negaron a practicar un aborto aun cuando su caso clínico en particular habilitaba la interrupción de un embarazo que significaba un gravísimo riesgo para su salud y la del embrión. El comité de bioética del Hospital Iturraspe negó el acceso a la intervención alegando impedimentos religiosos, extendiendo su internación hasta llegar a los cinco meses de embarazo para practicarle entonces una cesárea. El bebé fallece a las pocas horas, semanas después lo sigue Ana María y con ella la esperanza de un estado de derecho que nos ampare. Juan Solanas nos brinda los testimonios de su familia, de origen humilde, que jamás fue parte de las discusiones de bioética que le robaron la vida de su hija de apenas 19 años.

El documental entonces logra un perfecto equilibrio entre las discusiones que se plantearon en el recinto legislativo y la realidad que seguía sucediendo en las calles: jóvenes que se realizaban abortos con agujas, con perejil, con pastillas. Mujeres que sufrieron todo tipo de abusos (intrafamiliares como institucionales) y que solo piden la soberanía sobre sus cuerpos.

La gélida noche del ocho de agosto de 2018 no tuvo el final deseado por las miles de mujeres que llenaron las calles del país, pero como bien lo predijo Pino Solanas en su exposición “Este es un triunfo monumental. Ellas lo lograron. Lograron colocar un debate fundamental. Esto se lo digo a toda la gente que está afuera: no se dejen llevar por la cultura de la derrota”. Juan Solanas logra de esta forma brindar un testimonio honesto, descarnado y a la vez esperanzador sobre la lucha de las mujeres por la obtención de uno de los derechos más básicos del ser humano: la soberanía sobre el cuerpo y la no injerencia de la religión en las políticas de salud pública.