¿Qué pasó ayer? Parte 2

Crítica de Marcelo Cafferata - Revoleando Butacas

Descontrolados

Quien haya visto "Qué pasó ayer?" es, prácticamente, como si ya también hubiese visto esta segunda parte que no es la continuación de la historia anterior como suele ocurrir en la mayoría de los casos. En esta oportunidad "Qué paso ayer? Parte 2" se constituye como en una copia de todo lo que pasaba en la primera, pero reeditado con alguna/s sutil/es diferencia/s. Tan sutiles que casi parece la misma película, hecha remake.

¿Qué tiene entonces de atractivo esta "Qué pasó ayer? Parte 2"? Que aún habiendo visto la anterior y sabiendo perfectamente hacia donde va la trama y hasta previendo lo que va a suceder, el nivel de delirio de algunos gags y el buen ritmo con el que está contado la historia hace que uno se divierta viendo exactamente lo mismo que ya vio. Pero aún así, no pueda evitar sonreirse e incluso, que hasta se escapen algunas carcajadas.

La "manada" vuelve a juntarse y allí están nuevamente, los cuatro protagonistas reiternado la misma historia: Phil, Stu, Alan y Doug, quienes en este caso tenen que viajar a Tailandia, en ocasión de un nuevo casamiento de Stu (Ed Helms), acompañados del hermano de la novia.

Teniendo en cuenta todo lo que había pasado en Las Vegas en la primer entrega, Stu sól quiere festejar su despedida de soltero con un brunch en un bar cualquiera y evitar mayores complicaciones. Si esto saliese bien, obviamente la película terminaría en menos de 20 minutos por lo cual, finalizada la cena anterior al día de bodas -en la que se presenta oficialmente el novio a toda la familia de la novia y se pronuncian los discursos alusivos-, en un fogón en la playa se desatarán nuevamente un tornado de situaciones delirantes que lleven a los personajes una vez más a encontrarse completamente descontrolados en la habitación de un hotel en una de las ciudades más violentas y peligrosas del planeta: Bangkok.

Sinceramente detallar algunos de los gags sería develar el único punto de interés que tiene la película. Sólo resta decir entonces que el director Todd Phillips (director de la primer entrega y de "Todo un parto") vuelve a elaborar una comedia de tono completamente desenfrenado en la que se mezclan todo tipo de chistes: desde los sutiles como el del oso polar albino hasta los de tinte más grosero, que de todos modos a una comedia de este estilo no le sientan para nada mal (nadie que vaya a ver este tipo de comedias se va a sentir ofendido por el nivel de escatología y falta de reparo al que pueden llegar algunas bromas absolutamente cargadas de mal gusto).
Desde dealer griegos con un monito vestido con una campera con un bordado de la lengua de los Rolling Stones, hasta un monje con votos de silencio que se agrega a la troupe, pasando por cistes sexuales que van un poquito más allá de lo pensado, todo está puesto al servicio de que un torrente de incorrección y provocación incomode al público término medio americano que sigue pensando que son openminded y desprejuiciados.
La gran mayoría de estos gags vienen para demostrar todo lo contrario y hasta hace parecer por momentos a "Torrente 4" uno más de la "camada".

Jack Galifianakis tiene nuevamente a su cargo las situaciones más divertidas del film y el personaje más interesante para componer: lo aprovecha en un 100% y maneja este registro humorístico a la perfección. Otro punto alto del film es el personaje del chino (Ken Jeong): una rara avis mezcla de gangster y drag queen, que tiene escenas absolutamente irreverentes.

Es evidente también, que Phillips tiene buen pulso para que aún con un guión completamente endeble que sólo reporta un "collage" de situaciones delirantes, la comedia divierta y acierte en su propuesta.

Como cierre, como bonus track, encuentran una cámara de fotos que registra algunos momentos de la noche que intentaron reconstruir durante toda la película.
Ahi, sobre el final, ya terminado el livianísimo hilo conductor del film, las fotos son un culto a la irreverencia, a la falta de respeto y al humor más desenfrenado que estalla en carcajadas imposibles de contener.