¿Qué culpa tiene el tomate?

Crítica de Karen Riveiro - Cinemarama

Miradas ausentes.

Qué culpa tiene el tomate es una película coral hecha por siete directores oriundos de países iberoamericanos diferentes que expresan una visión personal sobre los mercados alternativos de alimentos orgánicos en su país. La película forma parte del género documental de observación, que lleva implícita una serie de reglas y condiciones entre las cuales figura una central y abarcadora: la mínima intervención en favor del registro fiel. Ambas características (la pluralidad de miradas y el género en el que se inscriben) dan lugar a un relato que no lo es al menos en el sentido convencional, donde predomina la descripción sin muchos diálogos y rige la diversidad de estilos propia de la cantidad de directores y de sus respectivas nacionalidades y culturas.

En principio, y gracias a esa multiplicidad de perspectivas, la película funciona bien como documento e incluso como ejercicio socio-antropológico, pero de todas formas no la acerca a alcanzar su objetivo primordial. Alejo Hoijman, director de la premiada Unidad 25 y del corto argentino de Qué culpa tiene el tomate menciona en una entrevista que la motivación de esta película era, esencialmente, hacer una crítica al sistema de comercialización y distribución de alimentos. Aquí es donde la película pareciera no cumplir con sus propias expectativas: la denuncia y el tono crítico se deshacen en un relato que solo muestra, que no se involucra y que muchas veces incluso calla la voz de sus protagonistas. La mirada de un observador que no juzga ni interviene y que se ajusta a los semáforos rojos del género se contrapone en parte a la pretensión de despertar el espíritu crítico e incluso al tono de denuncia que sirve de contexto a la famosa frase que da nombre al film. Así, la película escapa incluso de las etiquetas o paratextos que lo acompañan. Por ejemplo, de la sinopsis, que parece anticipar un documental hecho ante todo con humor y que no termina de encajar completamente con la película. Lo mismo pasa con el titulo en habla inglesa: From the Land to your Table es la descripción de un recorrido que nunca se percibe como eje.

Entonces, Qué culpa tiene el tomate sí funcionaría como retrato fiel de una pequeña esfera de las sociedades de varios países, como un documento valioso y representativo de diferentes cuestiones de lo cotidiano y, quizás, como inicio para plantear las problemáticas del sistema de comercialización y distribución de alimentos, de sus distintos procesos y resultados. Sin embargo, en el film prevalece la distancia, dejando ver la necesidad de una mirada que resignifique lo que se observa y que se sirva de lo real para decir algo mas allá de la descripción, formulando una opinión que le permita sostener su premisa y así poder asegurarse, con mayor certeza, aquello que desde su mismo título reclama: una respuesta.