Puerta de Hierro, el exilio de Perón

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

De solemnidades, sadismos y copias

El propio Víctor Laplace es (otra vez) un Perón estereotipado e idealizado, muy lejano del hombre de carne y hueso “contradictorio” que el autor pretendió mostrar (así lo indicó, al menos, en las “Notas del director” del catálogo del Festival de Mar del Plata, donde la película tuvo su premiere en la Competencia Iberoamericana). El Perón de Laplace (el que moldea en su triple faceta de actor, coguionista y director) es un sabio, un profeta, un líder siempre autoconciente de las implicancias de su accionar que dispara frases célebres, históricas, punzantes a través de múltiples y obvios recursos (la voz en off, la escritura de una carta, la charla con seguidores), mientras a su alrededor pululan los traidores, los ineptos y los ambiciosos del poder. Impecable desde lo técnico (participó un verdadero dream-team del cine argentino), esta reconstrucción del exilio del líder tras los bombardeos de 1955 y hasta su regreso al poder resulta elemental, solemne y, sobre todo, aburrida.