Príncipe azul

Crítica de Miguel Frías - Clarín

Fuera de norma

A esta altura, habría que decir que las películas de Jorge Polaco no son buenas ni malas sino fieles a sí mismas. En Príncipe azul -basada en una pieza homónima de Eugenio Griffero- el director de Diapasón y En el nombre del hijo, un realizador maldito, regresa con su estilo esperpéntico, revulsivo, desprejuiciado, fuera de norma, por momentos más cercano a la plástica y el teatro que al cine.

La historia no es críptica, pero sí el modo en que Polaco la expone. Su lenguaje, rabiosamente libre, deliberadamente ridículo, carece de convenciones: se lo experimenta o no. Funciona o no: según la percepción de cada espectador; con autonomía. Las obsesiones del director siguen siendo, entre otras, la vejez, la sexualidad, la decadencia, la culpa y, al mismo tiempo, el desprecio por lo instituido.

En Príncipe... dos hombres -interpretados por Ariel Bonomi y Harry Havilio- se reencuentran, en sus ocasos, para remedar un amor que los unió seis décadas antes. Lo hacen en una atmósfera entre onírica y apocalíptica, hecha de hecha de cruces, maniquíes y escombros. Inquietante. Salvo Luis Ortega, no hay muchos realizadores que se animen a las apuestas tan arriesgadas y extremas.