Priest: El Vengador

Crítica de Migue Fernández - Cinescondite

Un cura guerrero desobedece a la Iglesia y se une a la aventura de un joven sheriff y a una bella sacerdotisa en busca de un peligroso grupo de vampiros, quienes han secuestrado a su sobrina con la intención de convertirla en uno de ellos.

Suena la campana y Scott Charles Stewart sube nuevamente al ring dispuesto a llevarse al público por delante. Lo que ofreció en la primera parte no alcanzó para ganar. Legion, película en la que Paul Bettany interpretó al arcángel Miguel defendiendo a la humanidad de una horda de ángeles dispuestos a exterminarla, no tuvo una gran recepción de la crítica ni la rompió en la taquilla. Pero ahora en este segundo round hay una idea revolucionaria que cambiará la forma en que todos la vean: los ángeles ahora son vampiros y el héroe es un cura. Para completar semejante concepción, al proyecto se suma el mismo actor protagonista y ocurre en gran parte en un desierto de Estados Unidos. ¿Quién dice que en Hollywood no hay ideas?

Priest es un filme con algunas logradas secuencias de acción, pero con un guión que daba para una mayor profundidad, pero que se ve cargado de clichés ya desde su secuencia inicial, en la que se delimita la figura del renegado y el compañero que se convierte en el enemigo mortal. Siguiendo la tendencia del ralenti al que Zack Snyder rinde culto, cada escena de acción tiene por lo menos cinco cámaras lentas, algo que queda lindo estéticamente pero que aburre rápido. Debería probarse cuánto tiempo de película ganan con este efecto, dado que al durar esta tan solo una hora y cuarto, podría pensarse que antes era un corto de 30 minutos. Si el filme se salva es por una buena idea contextual, con el autoritarismo de la institución eclesiástica presente en cada rincón de las vidas. Fuera de esto no hay otros aspectos que destacar, es probable que en unos años, cuando pase el furor vampírico de la actualidad, Scott Charles Stewart al fin consiga que su idea triunfe. Quizás con hombres lobo, no lo sé.