Preciosa

Crítica de Tomás M. Luzzani - A Sala Llena

Normalmente comienzo hablando acerca de interpretaciones sobre la película, aplicar esa otra mirada que muchas veces se nos escapa, otras, trato de abordar la película al estilo Roger Ebert, hablando acerca de cómo me hizo sentir, y luego me acerco más a detalles técnicos, como la dirección, el guión, la fotografía y por supuesto, las actuaciones. En este caso si bien podría optar como hizo mi compañera Florencia Gasparini Rey y aglomerar estos detalles, Trataré de hacer un poco de las dos y hablar acerca de lo despiadado del filme, se que es duro decirlo, pero no se me ocurre una mejor palabra para describir Preciosa, que no sea como una película despiadada, para con el personaje y para con el espectador. La historia de un personaje sufrido en exceso, por el tipo de sufrimiento, la forma en la que se estructura ese sufrimiento y se le va develando la información al espectador para ir destruyéndolo cada vez un poco más, no deja más remedio que pensar así de la película.

Lee Daniels comienza su film con un pañuelo rojo, en un poste de luz, un farol. Eso es el filme. Un punto rojo en medio de la nada, algo que te grita a los cuatro vientos “¡Mírenme!” pero no tiene nada concreto para decir. Si bien seguramente pretendía ser una metáfora estilo la bolsa de Belleza Americana o la pluma de Forrest Gump y ese pañuelo luego tiene algunas apariciones, tristes y lamentables, pero apariciones al fin y a cabo, a lo largo del filme, no deja de ser una pobre metáfora que no tiene lugar en la película, puesto que se lo presenta todo como un paquete, la película sola hace por el espectador todos los procesos de interpretación, parece que viniera con un manual incorporado de “como leer Preciosa: Basada en la Novela “Push” de Sapphire en cada fotograma. Se podría decir que mi trabajo como crítico ya esta hecho, la diferencia esta en que respeto mi profesión y trato de ahondar un poco más, no demasiado, pero al menos intentarlo.

Creo que el vicio más grande que tiene el filme es su desprolijidad, pero no por el uso narrativo que se le pueda dar (si esa era la intención, esta horrorosamente ejecutada). Las actuaciones son desparejas, hay una marcada tendencia hacia la sobreactuación, asi como esta plagada de los vicios más comunes que pueda llegar a tener una performance. Orson Welles dijo una vez “Es imposible hacer una buena película sin una cámara que sea como un ojo en el corazón de un poeta”, y eso es todo lo que se puede reflexionar sobre el trabajo de Daniels, la ausencia de ese ojo en el corazón de un poeta, la falta de poesía en el montaje, de matices en las actuaciones, de una banda sonora que resalte y acompañe. La falta de un papel activo de la cámara.

Lo más triste de todo, es que de alguna manera u otra creo que ese descuido era intencional, como si Daniels y los productores pensaran que bastardear al espectador de esa manera fuera necesario, como si la única forma de emocionar al espectador fuera a través del uso sistemático del golpe bajo como principal recurso narrativo. Si he de juzgar a la película como lo que pretende ser, un circo de abusos, debo confesar que es excelente, no obstante, si debo juzgar la película como una obra de arte, no me queda otra opción que decir que me ha decepcionado.