Preciosa

Crítica de Pablo Martinez - Qué se puede hacer...

Levantate y anda

La obviedad es un recurso que a la mayoría de los realizadores de hoy en día le queda mal a la hora de mostrar el producto final. No es el caso de Lee Daniel. Este director relativamente nuevo no tendrá mucha mano para la ambientación, pero sin duda da un batacazo con este drama contundente sobre la complicada vida de una joven negra y obesa de 16 años, abusada por su padre y maltratada por su madre. Las injurias hacia la desgraciada persona que encarna muy bien Gabourey Sidibe es el eje central de la historia, cada vez más cruda a medida que avanza el justo metraje, que mantiene en vilo al espectador entre tanta injusticia y reflejo grosero y obvio de la vida segregada que se padecía en la Harlem de los '80.

Sin dudas, el plato fuerte de esta película es el reparto, compuesto por un grupo de actores con no mucha chapa pero que aquí dan muestra de muchísima sangre para interpretar a sus personajes. La que más destaca, por lejos, es Mo'Nique, que personifica a la madre abusadora y victimaria con un realismo contundente y abasallador, por momentos hasta coqueteando con la exageración (nótese la prolífica escena final en el centro de asistencia social). La otra cara conocida es la de la cantante Mariah Carey, quien en un papel irreconocible despliega muchísimo talento para darle vida a un relato que por momentos sesga con un letargo pesadumbroso y frío, dejando un poco de lado la idea central, que sería -a grosso modo- la vida de Precious (Sidibe). En última instancia tenemos a una hermosa y deslumbrante Paula Patton haciendo de Ms. Rain, y Lenny Kravitz interpretando a un personaje pasajero e insulso, pero que vale su reconocimiento por el intento.

Lo más llamativo del filme es ese jugueteo cuasi infantil que se expone en los momentos más crudos, cuando se intercalan escenas de lo más horrendo de la vida de la muchacha, madre de dos hijos productos de las violaciones de su padre, con las fantasías que ella tiene, como la fama, la belleza, y -lo más despreciable de esta obra producida por Oprah Winfrey, que encima se hace autobombo en algunas líneas del guión- "ser blanca, rubia y de pelo largo". El racismo entra con los tapones de punta contra la moral del espectador en algunos momentos en que uno se pregunta si había necesidad de caer tan bajo para contar una historia que con su propia simpleza de relato de vida onda biopic documental (hasta tenemos voz en off de protagonista y todo, ojo) ya se defiende entre las mejores del año.

Dichos horrores ideológicos argumentales, tales como el mencionado racismo, la discriminación e incluso la homofobia, no logran opacar una historia que se vale de una técnica difícil de ensamblar por su estética tan festiva y jazzera (homenaje digno de aplausos a la cultura negra y sus raíces que dieron vida a la música que hoy consumimos indiferentes de su procedencia) como contraparte del reflejo principal del relato, característica que no va en desmedro de su propia originalidad. Es que muchos no entenderán el porqué de las fantasías o flashes/delirios de la protagonista cuando le están haciendo las peores porquerías que se le puedan hacer a un ser humano, y eso se debe a su rara forma de presentar las reacciones de la susodicha. Tal vez podríamos darle el beneficio de la duda por la ambivalencia que ofrece, y darle un punto por esa propuesta a la interpretación según el grado de resentimiento del espectador. Celebro eso.

Y celebro que exista una obra tan oscura (no malinterpreten), tan cruda, y tan bien actuada por un reparto que está increíble. Ese complemento equilibrista es su punto fuerte. Lee Daniels fue multipremiado en todo el mundo por este espectro de drama y otros cachibaches del séptimo arte, y bien merecido que se lo tienen, él y su "Preciosa" historia sobre el tan trillado pero nunca desubicado mensaje de "valora tu vida, hay gente que la pasa peor".