Preciosa

Crítica de Fernando López - La Nación

Un film premiado y polémico

Las grandes actuaciones de Gabourey Sidibe y Mo´Nique apuntalan a Preciosa

Precious es la obesa adolescente negra de Harlem víctima de todos los abusos, violencias, humillaciones y desgracias imaginables. Violada desde chica por su propio padre, ha tenido un hijo a los 12 años y está esperando ahora un segundo; la madre, que la acusa de haberle robado el hombre, la desprecia y esclaviza; los muchachones del barrio se burlan de ella; en la escuela prefiere pasar inadvertida. A su hijo, que padece síndrome de Down, apenas lo ve cuando lo suman al cuadro de familia necesario para asegurarse el cheque de la asistencia social.

El único escape para Precious está en su interior: una fantasía que a veces ilustra sus sueños kitsch (se ve como estrella acosada por sus fans o pretendida por apuestos galanes blancos) y a veces suena postiza (prestada por el director), como cuando en plena guerra familiar se pierde en la imagen del televisor para reencarnarse como hija de la Sophia Loren de Dos mujeres y sentir algo de calor materno. Lee Daniels busca reflejar la interioridad de la chica, pero de paso emplea esas escenas luminosas para echar algo de oxígeno al relato y para amenguar el impacto que pueda tener en sus espectadores la exposición tan "cruda" de una miseria que saben próxima pero prefieren no observar. Así, el film cumple con su misión de denuncia de un modo algo menos escandaloso que el que suelen utilizar los documentos de TV y tranquiliza al observador con esta fábula de redención cuyos mayores méritos están en la elocuencia insustituible de Gabourey Sidibe (Precious) y en el despliegue histriónico de Mo´Nique (la madre).

Que la chica sea capaz de emerger de su oscuro infierno, torcer el destino de marginación y miseria que le espera y hacerse cargo de su futuro constituye una suerte de epopeya individual, lo que en parte explicaría la buena acogida que el film tuvo en los Estados Unidos, donde tampoco faltaron polémicas: los defensores señalan que la obra otorga a la comunidad negra una voz en la cual reconocerse. Tal vez.

Sin exagerar en lo sentimental, y con cierta discreción, Daniels se concentra en el arduo proceso que vive la protagonista desde que el cambio de escuela le provee dos ángeles guardianes: una santa maestra (Paula Patton) y una asistente social (Mariah Carey, casi irreconocible). Curiosamente, o no, quienes le tienden una mano son siempre blancos. Salvo que se considere al improbable enfermero que sirve de excusa para incorporar al elenco a Lenny Kravitz.