Posesión infernal

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

En 1983, un grupo de universitarios sorprendió al mundo con una película de terror ultraindependiente, filmada en condiciones precarias, pero repleta de talento, energía y delirio visual; la más inspirada y vibrante mezcla de El Exorcista y los films con zombies. Diabólico (tal fue el nombre con que se conoció a The Evil Dead en Argentina) no sólo fascinó a pesos pesados como Stephen King y anticipó el estilo de películas de horror de los ’80 sino que también le presentó al público un nuevo valor del género y del cine en general: Sam Raimi. El muchacho, fanático de los comics y de Jerry Lewis, se convirtió en una promesa cumplida en la continuación de su debut, Noche Alucinante (donde el tono se volvió más decididamente cómico), a la que le siguió El Ejército de las Tinieblas, completando la trilogía Evil Dead. En el medio y después de estas influyentes películas, Raimi se consagró con éxitos como Un Plan Simple y la también trilogía de El Hombre Araña...