Poder que mata

Crítica de Nicolás Kusmin - Leedor.com

Nuevamente tiene que ser Hollywood el que instala de forma masiva –es verdad, muchas veces es nocivo- la verdad dicha a los cuatro vientos, y cuánto mejor si la historia es real y no sólo una invención de algún gran guionista.

Estrenada en el país en momentos en que el mundo aún está conmovido por la muerte de Osama Ben Laden, “Poder que Mata” tiene como núcleo la historia de Valerie Plame (Naomi Watts) una agente encubierta de la CIA que ve modificada abruptamente su vida cuando su marido Joseph Wilson (Sean Penn) –un ex embajador norteamericano en África- denuncia en el New York Times al entonces gobierno de George W. Bush por malversar información sobre las supuestas armas de destrucción masiva para “justificar” la guerra contra Irak.

Los laderos del presidente no tienen mejor idea que vengarse filtrando a la prensa la verdadera identidad de Valerie Plame, destrozando en un segundo su vida profesional y poniendo en peligro a los afectados por sus operaciones encubiertas. Cabe señalar que dicha acción realizada por un funcionario se encuentra penada por ley. Incluso aquí en Argentina un ex ministro del interior tuvo que enfrentar una causa judicial por mostrar en TV la foto de un agente encubierto.

El film funciona en dos niveles, por un lado el thriller político –narrado de forma vertiginosa por el director de “Identidad Desconocida”, que fue la primera de la saga de Jason Bourne- y en segundo lugar el drama personal, la bomba que se sucede en el matrimonio entre Valerie y Joe.

Sean Penn, en un rol que le cabe al dedillo por ser un actor comprometido con los derechos humanos, que denunció al gobierno de Bush y que incluso cubrió parte del drama vivido en la guerra de Irak como periodista, siente y encarna a Joe de una manera que sólo él lo puede hacer. Joe tiene la verdad dentro y la necesita gritar y expulsar en todos los medios de comunicación: es un patriota en el mejor sentido de término. En cambio, Valerie opta por medirse y no exponerse: un gran trabajo de Naomi Watts.

Más allá que la historia fue muy conocida, conviene no adelantar mucho más sobre los giros de la trama.

Aunque “Poder que Mata” no es “JFK” y Doug Liman no es Oliver Stone existe algún tipo de relación en la visión del mundo de ambas. Quienes tienen el poder no pueden avasallar los derechos de cualquiera y todos como ciudadanos tenemos el deber de defender los valores democráticos incluso por sobre el Presidente y sus hombres.

Se quiere creer que a la larga la “verdad” termina triunfando por sobre la difamación y la prepotencia. Sin embargo, pese a esto, el drama que Valerie y Joe protagonizaron entre el 2002 y 2004 y el estreno de “Fahrenheit 911” de Michael Moore, uno de los documentales más exitosos de la historia del cine, no frenaron un segundo mandato de Bush.