Poder que mata

Crítica de Daniel Castelo - ZonaFreak

Este punzante film coproducido por Hollywood y ¡Emiratos Arabes Unidos! suspendió una semana su fecha de estreno en Argentina, prevista para pocas horas después de lo que fue el asesinato de Osama Bin Laden en manos de Washington. ¿Bajada de orden desde Los Angeles? Como fuera, esta notable pieza de cine de intriga política y juego sucio (valga el paradójico título original) bien merece una mirada, o dos, a la vista de los hechos recientes.

Fair Game es un puzzle internacional que gira en torno a una agente secreta de la CIA (Naomi Watts) y su esposo diplomático (Sean Penn), colaborador en el juego de espías que su mujer vive en el día a día. El quid de la cuestión de la agente Plame es que se encuentra en medio de una investigación sobre armas de destrucción masiva en Irak, la cual la deriva a la total inexistencia de las mismas. Claro, la Casa Blanca decide ignorar sus conclusiones y va más allá, al punto de ponerla en peligro de muerte.
El siempre efectivo Doug Liman (The Bourne Identity, Sr. y Sra. Smith) dirige un trabajo de relojería al borde de la perfección pero, sobre todo, una estimable declaración de principios sobre la miseria política que la Casa Blanca y el Pentágono han construido a lo largo de los años, algo que hizo eclosión con la invasión a Irak luego del ataque a las torres gemelas. Un guión de hierro acompaña una trama intensa y que crece en interés a medida que avanzan los minutos, con personajes sólidos en torno a la pareja protagonista (Sean Penn casi casi hace de si mismo, con un nivel de corrección política al borde de la exasperación).
En la mejor tradición de la saga Bourne y, más aún, de los mejores momentos de aquella intriga sobre la crisis de los misiles en los 60s que fue Thirteen Days, Poder que mata hace honor a un subgénero del cine que hoy se vuelve urgente, al calor de las tapas de los diarios y las mentiras cruzadas. Un cine para debatir y seguir desconfiando de todo.