Plan perfecto

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

Sin derechos ni beneficios, pero con un pibe en el medio

¿Tiene algo nuevo para contar el cine “Indie” estadounidense? Últimamente pareciera que si uno desea buscar mayor originalidad o experimentación debe remitirse al cine pochoclero. Vivimos una era de decadencia y repetición del cine “Indie”. Mientras que la industria grande empieza a lanzar autores, que tratan de desarrollar nuevas formas para narrar un viejo cuento, el cine “Indie” se ha estancado. O al menos, eso confirma Plan Perfecto.

Jennifer Westfeld pertenece a un grupo de cineastas neoyorkinos, que a principios de la década pasada trató de transgredir la manera en que son analizadas las relaciones amorosas, a través de una comedia dramática llamada Besando a Jessica Stein. En su doble rol de guionista y protagonista, Westfeldt demostró que se podía hacer una comedia romántica clásica y crítica, con influencias del cine de Woody Allen, acerca de la manera en que se ve y prejuicia las relaciones homosexuales en este siglo.

Esta vez, Westfeldt debuta como directora en una propuesta similar, que al igual que la anterior, se disfraza de transgresora para terminar previsiblemente conservadora. ¿Cuál es el problema? El planteo. Sus protagonistas son Jason y Julie (Scott y Westfeldt), dos amigos y vecinos solteros, que se conocieron en la Universidad a los veintitantos y ahora ya bordean los cuarenta. Ambos son testigos que sus mejores amigos, dos matrimonios (Jon Hamm y Kristen Wig; Chris O’ Dowd y Maya Rudolph), se hayan desmoronado a partir de que empezaron a criar chicos. La conclusión es que los hijos destruyen a las parejas, por lo tanto plantean por qué dos amigos no pueden tener un niño en común, pero sin las ataduras que conlleva el matrimonio, y después seguir buscando “el amor de la vida”. Por lo tanto, ambos lo ponen en práctica, antes que se termine su reloj biológico.

A través de diálogos inteligentes y dinámicos, Westfeldt lleva una narración fluida con momentos muy divertidos. El carisma de Adam Scott (un gran actor siempre relevado como secundario) y la gracia de la propia Westfeldt provocan que el film sea atractivo y vistoso. A la vez, el resto del elenco es sólido, aunque termina un poco desperdiciado. No se trata de un film coral, y Westfeldt decide olvidarse de los conflictos del resto de los personajes a medida que se desarrolla el film. Es una lástima que excelentes comediantes como Rudolph, O’Dowd y Wig no logren darle más vuelo a sus personajes. En este sentido, sorprende gratamente que Megan Fox, aún con sus limitaciones interpretativas, se vea más cómoda en su personaje. Por otro lado Edward Burns, especialista en dirigir este tipo de comedias, tiene un rol secundario que logra desarrollar, pero sin conclusión. Todos se mueven alrededor del conflicto de Jason y Julie: ¿se puede criar un hijo entre dos amigos que no se aman?

Dejemos de lado la cursilería e inocencia de la moraleja. El mayor problema del film radica en que es previsiblemente conservador. Ya no nos pueden engañar. Vimos demasiado veces esta película. Solo Woody Allen ha logrado romper estas convenciones (ver Maridos y Esposas). A pesar de que el planteo satiriza la mirada romántica que tienen los estadounidenses sobre las relaciones y las crianzas, al final todo sucede de la manera más clásica. Es imposible erradicar la fórmula en este sentido. Algunos críticos plantearon que no le dejaron los productores dar a Westfeldt un final acorde al planteo inicial. Yo no estoy de acuerdo. Westfeldt es la procutora (junto a Hamm, su marido) y quiso hacer una comedia clásica con un discurso, y lenguaje contemporáneo, pero que dejó de ser provocador. El humor funciona, el peso de película recae sobre la verosimilitud de las interpretaciones, visualmente es completamente transparente. Nada más, nada nuevo. Sin sorpresas, sin beneficios, sin derechos.

Ni Ivan Reitman con Ashton Kutcher y Natalie Portman, ni Will Gluck con Justin Timberlake y Mila Kunis el año pasado, lograron un producto más original que el de Westfeldt. La moraleja sigue siendo la misma.

Plan Perfecto, divierte y entretiene sin demasiadas pretensiones, pero esta película ya la vimos hace 20 años. Vamos a extrañar tanto a Nora Ephron…