Pistolero

Crítica de Marcelo Cafferata - El Espectador Avezado

Nicolás Galvagno nos lleva en su ópera prima a un pueblo rural en los años ´60 con referencias temporales ligadas con el gobierno de Onganía que se va filtrando a través de la radio, ese momento en donde un ladrón imparte una especie de justicia social a lo “Robin Hood”, robándole a los ricos y siendo perseguidos por el poder policial pero apoyados por el propio pueblo.
Allí, en medio de la aridez de ese pueblo (la película está filmada en la provincia de Mendoza, en la localidad de Lavalle), comenzará a contarse la historia de los hermanos Mendoza, Isidoro -Lautaro Delgado- y Claudio -Sergio “Maravilla” Martínez- que aparecen inspirados por dos bandidos rurales reales de la época -los hermanos Velázquez, pertenecientes a una banda de forajidos del Chaco- y jugarán a un peligroso juego de gato y ratón, en pugna permanente por el inspector de policía a cargo de Juan Palomino.
El aire de Western permite a Galvagno dotar a su película y a sus propios personajes de muchísimas referencias a los clásicos que pueden ir tanto desde un spaghetti western hasta algunas realizaciones de Eastwood, hay quienes han visto algunas referencias al cine de Fabio con su “Juan Moreira”, pero que obviamente tiene notorias y directas referencias al cine de John Ford.
El planteo interesante de “PISTOLERO” es lograr un equilibrio entre las escenas de violencia, persecuciones o disparos y las más calmas en donde Lautaro Delgado puede componer con una mayor precisión a un personaje profundamente melancólico y quebrado.
Dejando atrás un pasado familiar no muy bien definido, se encontrará en su camino con una joven maestra rural (María Abadi) con quien tendrá una fuerte historia de amor e inclusive llegará a plantearse algún tipo de cambio de vida.
Los puntos fuertes del debut en la pantalla grande de Galvagno son los rubros técnicos, con una excelente ambientación, fotografía y un muy buen trabajo de edición.
Respecto de la historia, escrita por el propio director, acierta en el tono en que está contada además de no perder en ningún momento la tensión y la fluidez narrativa, aprovechando asimismo los paisajes y las locaciones para mostrar alguna belleza desconocida. Pero sin embargo, el elenco no marco un nivel homogéneo sino que, por el contrario, a algunas actuaciones y trabajos muy logrados se contraponen otros que no lograr encontrar el tono que la historia requería.
Lautaro Delgado encuentra en Mendoza, una posibilidad perfecta de construir un gran personaje protagónico, con el registro preciso tanto en la dureza de su personaje como en la ternura que despierta en el vínculo con la maestra y en los momentos de mayor desesperación cuando se ve perseguido y acorralado por la policía.
Sorprende positivamente, el trabajo de Sergio “Maravilla” Martinez, acompañando a Delgado y tomando en un perfil sumamente creíble, el papel del hermano, un personaje nada simple al que Martínez logra sacar un muy buen provecho.
Juan Palomino le imprime a su Jefe de Policía el physique du rol necesario para ese papel y cuenta con muy buenos secundarios que lo acompañan.
Pero lamentablemente no podemos decir lo mismo del trabajo de Diego Cremonesi que compone a un italiano que se expresa de una forma teatralmente subrayada y con una dicción propia de alguien que parece haber estudiado italiano en la profesora particular del barrio, sin convencer en absoluto con la forma en que encara la construcción de su personaje.
Lo mismo sucede con la María Abadi quien tiene delicadeza y ángel para componer a esa maestra de pueblo pero no llega a presentar una química fuerte con el personaje principal.
Galvagno acierta en la conducción de excelentes rubros técnicos, pero además, logra una exacta reconstrucción de época y un muy buen diseño de arte en general, con ciertos toques de homenaje al clásico western y en donde también se mezclan elementos de la historia real de los hermanos Velázquez, para una película diferente y por fuera de las propuestas que suele brindar el cine nacional.