Piraña

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

Mil desquiciados y filosos dientes

Alexandre Aja conoce el cine de terror, sus códigos, clisés y efectismos. Solo con ver esa aplanadora llamada Alta tensión (Haute Tension, 2003) se puede apreciar su habilidad para el uso de la violencia y la revulsión, su muñeca para el suspense, y también nos damos cuenta de que mira cine de terror. Luego en su filmografía siguieron 3 remakes: una versión de El despertar del diablo (The Hills have eyes, 2006) de Wes Craven, técnicamente mejorada y absolutamente brutal; un irregular refrito de la coreana Espejos Siniestros (Mirrors, 2008) y esta desfachatada versión de la ya desfachatada película del talentoso de Joe Dante, Piraña (1978).

La cosa es así: tras una serie de temblores submarinos se han liberado unos peces prehistóricos devora-hombres en el Lago Victoria, una población que en las vacaciones de primavera se llena de gente joven para divertirse.

Según nos enseñaron algunas películas (y Los Simpson) las vacaciones de primavera o spring brake norteamericanas son un descontrol total, puro reviente y poca ropa, una via de escape gigantesca para la alienación rutinaria, y eso también es exactamente Piraña 3D. Un irrespetuoso recreo, basura alegre, como panchos y cerveza después de un recital de tu banda preferida.

Aja utiliza el mismo mecanismo que con El despertar del diablo. Allí mantiene el espíritu del cine explotación de los setenta, pero actualiza la estética, mantiene la crudeza pero aumenta la violencia a niveles asfixiantes. La Piraña original era un intento tardío de explotar la estela de éxito de Tiburón. Era divertida, ingenua y desprejuiciada como lo es Joe Dante en varias de sus incursiones en la pantalla grande: ver sino Aullidos (1981) o Gremlins 1 (1984) y Gremlins 2 (1990), y hasta el mejor capitulo de Masters of horror, ese chiste de una hora llamado Homecoming (2005). Aja conserva ese espíritu desvergonzado, y exagera todo: la loca fiesta en el lago (hasta hay estrellas porno en el reparto); las pirañas son mas grandes, mas letales y con el CGI mas grosero de la historia; la estupidez de algunos personajes y un final al mejor estilo film clase B que quiere convertirse en saga.

La principal virtud de Piraña 3d es que es honesta y autoconsciente, no hay engaño en su propuesta de “personas escapando de monstruos carnívoros” y está contada como tal, a ritmo frenético, sin detenerse en los personajes o en tal o cual situación, yendo como por un tubo hacia la inevitable orgia de sangre y gore. Y tampoco hay algo más.

A la hora de los homenajes, aparece el querido Richard Dreyfuss, que ya no tendrá tanta suerte como la tuvo (al menos durante un tiempo) con el tiburón de Spielberg. También está el mejor científico loco de la historia de las historias, Christopher Lloyd, haciendo exactamente de científico fuera de sus cabales, intacto y desquiciado.

Entonces Piraña 3D es una suma de partes que da un resultado mas o menos, que algunos apreciamos y otros discutirán fuertemente. Es, con todo lo que ello implica, la exaltación al cine de evasión sin la más minima vergüenza. Divertida, sangrienta, sexy, olvidable y caradura.