Piraña

Crítica de Daniel Celina - ZonaFreak

Existe algo en los films sobre animales acuáticos que, si no nos conmueve, al menos nos convoca y nos excita. Seguimos esperando un sacudón similar al que nos provocó (y nos sigue provocando) Tiburón, y aunque dicho nuevo sacudón jamás nos llegue por completo, seguimos manteniendo un fiel peregrinaje hacia estos exponentes de celuloide sumergido y dentado. En primer término deberíamos aclarar que este film no se trata de un remake tridimensional del clásico pergeñado por Joe Dante hace más de treinta años. Se trata de un vehículo (fuera de borda) que nos conduce a una grande atrocité de 20 minutos -quizá largos- en el que los simpáticos pecesitos hacen de las suyas en un concurso de Culos Reef amenizado por las arengas del autoproclamado “mejor amigo de Quentin Tarantino” (El inimputable Eli Roth, que muere como merece).

Subyacen aquí varias tramas que fluyen concéntricamente entre sí a las cuales quizá no les prestemos demasiada atención si lo que estamos esperando es el ataque de las mojarras superdotadas: Tenemos un enorme lago que sufre un movimiento tectónico considerable dejando al descubierto una laguna subterránea oculta que está plagada de pirañas antediluvianas enormes y sedientas de sangre. Tenemos una sheriff veterana (Elisabeth Shue) intentando descular la naturaleza de tamaña novedad junto a un experto de gafas y barbita. También tenemos dos niños que se escapan del tutelaje permisivo del hermano mayor de uno de ellos y salen a navegar por el lago en cuestión. Y tenemos al hermano mayor, que está completamente en otra, buscando pinchar con la chica de sus sueños ó con alguna de las conejitas protagonistas del próximo hit de un cineasta porno tipo bangbros (Jerry O´Connel, muy pero muy lejos del muchachito rollizo que interpretó en Stand By Me).

Estas subtramas aportan poco y nada a excepción de algún flash cárnico de las conejitas en cuestión y alguna participación estelar que ya conocíamos de antemano (Christopher Lloyd). Lo que todos estaremos aguardando será el ataque sobre las playas, momento en el cual la sangre fluye en forma y podremos presenciar un par (o un trío, o un cuarteto) de muertes bastante originales. Es muy probable que este segmento no decepcione a nadie e incluso es probable que la mayoría de nosotros lamentemos que no sea el clímax final del film (el auténtico clímax final resulta flojo en suspenso y bastante predecible en resultado como para superar el frenesí anterior).

Alexandre Aja nos ofrece una cinta en la cual podemos echar de menos la audacia de Haute Tension y The Hills Have Eyes, en las que el realizador bretón no tenía ningún drama en cohetear niños y hacer que un demente deforme beba -con fruición y lascivia- litros de leche directamente del seno de una desesperada mamá hot. Piraña 3-D sostiene nuestra atención de modo bastante accidentado hasta el momento cumbre del ataque, y aquéllas incorrecciones previas de Aja (que su momento supimos aplaudir) aquí no van más allá de primeros planos de gente jalando cocaína directamente del depilado bajovientre de alguna mocosa y algún que otro plano largo de un órgano específico de la anatomía masculina siendo masacrado y regurgitado por los simpatiquísimos animalitos. Lo que tal vez no hable de un ablandamiento del director, si no mas bien de sus esfuerzos por adaptarse a un mercado que, a cambio de una calificación sumisa, le ofrece una tonelada de dinero en las taquillas (tal y como sucedió). El efecto tridimensional no nos sobrecoge y lo realmente bueno se limita a primeros planos de tripas (y otras achuras) flotando suspendidas en el agua, tal y como ya vimos en Jaws 3-D, pero aquí lucen mejor. Este mambo del 3-D y su utilización "gratuita" suscitó una simpática pelea entre los productores de Piraña 3-D y el William Wyler del 3-D (James Avatar Cameron), que salió a rasgarse las vestiduras proclamando que el 3-D no está para semejantes pelotudeces. Acusación brillantemente contestada por los productores de Piraña 3-D, quienes se defendieron al grito de “Calláte que vos dirigiste Piraña 2 - El Demonio Del Mar, que es malísima”. Gol.

Bonus track obvio: Quienes amamos Tiburón lograremos reconocer a Richard Dreyfuss en la secuencia inicial del film, graznando la misma cantinela que supo graznar en aquél film junto a Robert Shaw y Roy Scheider.

Bonus track extraño: En una feria de DVDs truchos en pleno centro de Cochabamba (Bolivia), un plasma de 42 pulgadas repite una y otra vez la secuencia del ataque de Piraña 3-D (cinerip) ante los regocijados transeúntes andinos, que no dejan de aplaudir la sangrienta suerte que corren esos gringos inadaptados.