Pina

Crítica de Eduardo Benitez - HaciendoCine

La exploradora

El 3D al servicio del cine de autor. Wim Wenders vuelve al documental con Pina 3D, un conmovedor retrato de la legendaria bailarina y coreógrafa Pina Bausch.

"Hay situaciones que te dejan totalmente sin palabras y las palabras no pueden más que evocar cosas. Allí es donde la danza hace su aparición”. La frase se deja escuchar en un tramo de Pina 3D y no sólo esboza una definición sobre la especificidad del arte del movimiento, sino que también ilustra la mirada de Wim Wenders en su trabajo documental: la obra de Pina se nos muestra a través de la danza misma, mientras que las palabras acerca de ella son casi secundarias. Y sin embargo, no se evidencia en ningún momento del film, la necesidad de simular “artificialmente” con las cámaras una simple obra de danza filmada. Wenders hace un refinado uso de la retórica cinematográfica para hacer acentuaciones con primeros planos, para destacar una viñeta coreográfica por sobre el resto de la acción. La verdadera puesta en escena es la de un lenguaje operando cuidadosamente sobre otro.

Repasando groseramente su carrera, Wenders maneja dos tipos de ritmos narrativos bien diferenciados. Siendo algo simplistas podemos decir que sus ficciones cranean in eternum el uso de los tiempos muertos (en El transcurso del tiempo, El estado de las cosas) y su veta documental ostenta una dinámica bien aceitada (Relámpago sobre el agua, Buena Vista Social Club). Arriesguemos: los últimos datos de su carrera confirman que la sabe más lunga en proyectos como los del último grupo. Wenders es un documentalista heterodoxo, amplio en su abordaje, en su poder de observación y registro. Y la materia con la que trabaja es en sí misma compleja: eludiendo la opción de hacer una película sobre la vida y obra de la prestigiosa coreógrafa Pina Bausch, el realizador germano opta por rendirle homenaje convocando a parte de su equipo de bailarines, para rememorar performáticamente el legado de su mentora. Algunos testimonios, un escueto extracto de archivos de la artista y una suma de piezas de baile en los escenarios más disímiles forman este tributo apasionado a la pura expresión del cuerpo.

El uso del 3D merecería una nota aparte. Es digno de destacar que directores con sello autoral como Wim Wenders o Werner Herzog recurran a este “artificio” más asociado a los “magantes” del negocio espectacular y al cine-evento. Lo cierto es que algo del acontecimiento 3D parece estar albergando la promesa de una reconciliación del público con su estado de expectación primigenia y ritual. Pero en relación a Pina 3D, hablar del uso de ese recurso se vuelve un poco más sutil. Habría que preguntarse si, a través del 3D, su director no pretende remedar esa no escenificación de un simple teatro filmado y su preponderancia de los procedimientos fílmicos, queriendo identificar a su audiencia con la de un espectáculo de danza-teatro cuya ontología goza de por sí de tridimensionalidad.

Alguna vez Wenders declaró “la mejor manera que he encontrado para hacer films es mantenerme en movimiento, mi imaginación trabaja mejor en esas condiciones. En cuanto permanezco demasiado en un lugar, dejo de pensar en imágenes frescas, ya no soy libre”. De alguna manera, el director de Paris Texas no ha dejado de hacer road movies. Pina 3D se vuelve -en este sentido- un viaje a través del movimiento acompasado y desacompasado del cuerpo humano, una bella aliteración de formas gestuales.