Pibe chorro

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Habrá que prestarle atención a la realizadora Andrea Testa. En la última edición del BAFICI la gran sorpresa de la programación resultó ser La Larga Noche de Francisco Sanctis, la cual Co-Dirige junto a Franciso Márquez, alzándose con varios premios entre ellos el de Mejor Película.
Ahora, a pocos más de un mes de aquel galardón y aguardando el estreno de esta ópera prima ficcional; llega al Espacio INCAA Km0 Cine Gaumont el estreno de su ópera prima como documentalista, Pibe Chorro; y lo primero que sale a la luz, más allá de su pericia como cineasta, es la claridad de sus posturas ideológicas, ago fundamental para un cine comprometido.
Alcanza con ver el trailer de Pibe Chorro para caer en su contundencia; alcanza con ver los primeros segundos del documental para apreciar los recursos para arribar a esa contundencia.
Argentina es un país fragmentado. Los ciudadanos capitalinos marcan todo tipo de diferencias respecto de quienes viven en el interior de las provincias.
Esa diferencia es aún más notoria en el Conurbano Bonaerense, las diferencias de clase marcan orígenes, oportunidades y destinos; también, como causa o efecto, delimitan las miradas del tercero.
Hay realizaciones a las cuales el devenir de su proceso los termina signando, un hecho fortuito. Este es el caso de Pibe Chorro, cuando su realizadora se encontraba en plena investigación para el documental en la Villa Puerta de Hierro de Isidro Casanova, La Matanza; uno de los entrevistados, Gaby, un chico, fue asesinado. Este hecho, no cambió la perspectiva sobre el trabajo de Testa, pero de alguna forma lo resignificó ubicándolo como centro del relato para a partir de allí teorizar sobre la situación que se vive en esos barrios.
Estigmatización, esta es la palabra que más pega en la idea de Pibe Chorro. La delincuencia existe y no se trata de ocultarla, pero pareciera que las miradas están siempre posadas hacia un mismo lado, y se llega al prejuzgamiento por el solo permanecer.
El caso de Gaby servirá como punto de partida para trazar una radiografía de la vida en los barrios humildes del Conurbano y cómo viven con los estigmas que les han impuesto desde los medios y desde las clases sociales que creen ser superiores. Más aún, cómo marca el porvenir de los niños que ya nacen con un sello a fuego ¿imposible? de borrar.
Pero el trabajo del documental no se queda simplemente en la bajada de línea directa, muestra ambigüedades, contradicciones, y trata de desnudar realidades, causando un gran impacto, aún sin la necesidad de coincidir en todo lo que se expone.
Hay entrevistas, voz en off, una cámara subjetiva y también en tercera persona. Afortunadamente le escapa a lo meramente expositivo, propio de un ambiente más televisivo. La realizadora hará uso de varios recursos para llegar al espectador y mantener su interés, desde la poesía acompañada de imágenes en voz y texto de Vicente Zito Lima hasta el testimonio de varias disciplinas teóricas afines como sociólogos, activistas sociales, abogados relacionados, y por supuesto los allegados logrando un ambiente intimista para la emoción.
Pibe Chorro no esconde sus posturas y las demuestra con archivos de medios, con palabras y fundamentos. Hay una creencia sobre lo que es y lo que realmente es, también hay una forma de asumir eso que se cree que es en el afuera desde adentro.
Sus menos de ochenta minutos nos atraviesan, calan hondo y duelen, pero fundamentalmente, nos dejan pensando.
Quienes ya pudieron ver La Larga Noche de Francisco sanctis sabrán la mirada incisiva que Testa poza sobre la sociedad y sus responsabilidades, quienes aún aguardan para verla su estreno comercial, encontrarán más de una coincidencia entre aquella y este documental, aún tratando cuestiones y formatos distintos.
Más allá de los planteos temáticos impecables, hay también esmero desde lo técnico, las imágenes más de una suplen o acompañan las palabras y no alcanza con simplemente enfocarlas. Testa sabe qué mostrar y cómo hacerlo para que cause el impacto buscado, lleno de sutilezas y mensajes en segundo plano.
En tiempos en los que palabras como meritocracia parecen de uso corriente, documentales como Pibe Chorro nos hablan de las injusticias que no nos muestran, de lo que nos hacen creer que es, y de las trágicas consecuencias que eso acarrea. Con dolor, pero también con compromiso, hay que verla.