Pasión inocente

Crítica de Beatriz Molinari - La Voz del Interior

Casi una tragedia familiar

Pasión inocente es una historia de amor entre un hombre adulto y una jovencita enigmática. Con buenas actuaciones, pero con un guion que se queda en lo obvio.

La paz sin cuestionamientos que viven los Reynolds se quiebra cuando llega la estudiante inglesa de intercambio. Además del contexto que funciona como un caldo de cultivo, hay en la chica algo misterioso y triste que cambia la atmósfera del lugar.

Pasión inocente está planteada desde el comienzo como una amenaza al hogar integrado por el padre músico (Guy Pearce), la madre ama de casa y ceramista (Amy Ryan); y la hija, estudiante de secundaria (Mackenzie Davis). Viven lejos de Nueva York en medio de un paisaje bucólico, de manera que la acción transcurre en esa periferia.

La película de Drake Doremus suministra los elementos de la clásica relación sugerida entre un hombre adulto y la jovencita madura y enigmática. La cámara constantemente va de un rostro al otro, recurso que pone la tensión necesaria al comienzo pero que más tarde se vuelve redundante.

El viaje sentimental de Sophie se circunscribe a la tempestad que desencadena en el interior de la casa. Felicity Jones realiza un trabajo delicioso y exasperante, a la vez, por el modo de expresar el desconcierto, el deseo y la ilusión en torno a ese hombre que podría ser su padre.

Guy Pearce, actor sensible y multifacético, logra el personaje del músico frustrado, violonchelista sustituto de la Sinfónica de Manhattan. Pearce le saca matices a un personaje en evolución que, no obstante, no cuenta con la ayuda del guión que se queda en lo obvio.

La película, además, abusa de la sugerencia, con buena fotografía sobre escenas cliché, y con la música como una buena ayuda a falta de ideas. Con dinámica de videoclip, el director resuelve pasajes enteros editando escenas simultáneas que cobran sentido gracias a la fuerza demoledora de las composiciones sinfónicas, o, sencilla y bellamente, Chopin, con la cuota de sensualidad y melancolía necesarias.El señor Reynolds y Sophie comparten la insatisfacción, cada uno de un lado del abismo que trazan los años.Está delineado el entorno escolar, desaprovechado y metido en la lógica del melodrama adolescente que envuelve a Lauren, la hija del matrimonio que carga con el estigma de los jovencitos que alardean de sus conquistas sexuales, antes que sentimentales. Mackenzie Davis sintetiza con frescura las consecuencias de las acciones ajenas.Pasión inocente pone en boca de Sophie las reflexiones, los consejos y el equilibrio. Es ella quien maneja las situaciones y encara los diálogos. La cámara, de alguna manera, la condena de antemano. Al final, el guión tampoco se juega, en profundidad, con la solución más conservadora. Sugerir es una salida conceptual rápida, presentada como ausencia de juicio moral.

En el rubro de las películas de amores inquietantes, con la marca de Lolita, este drama sin vuelo no puede competir con la memoria de títulos como Belleza americana o la otra película de Jeremy Irons, Una vez en la vida, por citar sólo dos en que la tragedia deja al espectador sin aliento.