Partir

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

Amantes en crisis (económica)

La historia no presenta ninguna novedad: ama de casa burguesa con hijos adolescentes y esposo lleva una vida aburrida. Quiere empezar a volver a trabajar de lo que le gusta (kinesióloga), pero esto no significa que pueda quebrar la rutina. El marido le presta más atención a su consultorio, sus pacientes, sus amigos y sus fiestas. Suzanne necesita un cambio y será un albañil hosco pero honesto, amable, Iván quién le robe el corazón y la lleve por los románticos caminos del sexo sin edad y el riesgo… a ser descubiertos.

Hasta aquí nada sale de lo convencional. Las mujeres franceses no soportan estar casadas a los 40 y agarran al primer catalán que se les cruza en el camino… y si es ex presidario, mejor. Veremos algo similar en el próximo estreno, Un Affair du Amoir.

Sin embargo, cuando ya creíamos que teníamos la película vista y terminada, la guionista y directora, Corsini nos sorprende con un giro que a los argentinos nos acerca un poco más a la historia: Suzanne es una mujer honesta y decide decirle la verdad a su esposo, quien se niega a darle el divorcio y en venganza, le corta la cuenta corriente e ingresos a Suzanne, echa a la calle a Iván y gracias a sus amistades gubernamentales, les prohíbe conseguir otro trabajo.a ambos.

¿Cómo sobrevivir sin dinero? Del sexo solamente… no se puede.

Ante un planteo inicial lleno de lugares comunes, climas reconocibles, clisés, nos terminamos encontrando con un film social, una sátira extrema a la crueldad de una burguesía dominante. De repente Suzanne, debe vivir con el sueldo de una obrera. La reina se tiene que bajar del trono para estar al lado de su amante.

De forna sutil, Corsini va convirtiendo su melodrama romántico en un thriller psicológico en línea netamente chabroliana. Combinación perfecta entre la magistral El Carnicero y La Ceremonia, con elementos de La Dama de Honor, El Infierno y La Mujer Partida en Dos, la veterana Corsini homenajea al maestro del suspenso francés.

Sin embargo los méritos no recaen solamente en la paulatina y sólida forma en que la directora lleva el relato, sino también en decisiones estéticas importantes, como elegir a la gran directora de fotografía Agnes Godard, para diseñar encuadres emotivos, líricos, o fotografiar el rostro de la protagonista, Kristin Scott Thomas de manera impecable para que cada arruga de su rostro denote un sentimiento y preocupación. El montaje tiene un ritmo inusualmente in Crescente para este tipo de películas, inusual. Al principio planos largos en duración van dan paso a cortes violentos y sin raccord (como en la nouvelle vague) con inesperados saltos de eje.

Pero más allá de los toques estilísticos se destaca su trío protagónico. Tanto el israelí Yvan Atal como el catalán Sergi López están sólidos como es acostumbrado verlos en sus complejos personajes. López es un oso tierno. Lejos están los oscuros personajes de Harry, un Amigo que te Quiere Bien, El Laberinto del Fauno y Negocios Entrañables. Su Iván es parecido al protagonista de Ricky, pero con mayor profundidad dramática y búsqueda interior. Pero la verdadera revelación vuelve a ser Kristin Scott Thomas. La actriz de El Paciente Inglés ya se había destacado el año pasado en el film francés Hace Mucho que te Quiero, y en Partir, se la ve mucho mejor: más liberada, capaz de pasar del minimalismo gestual al desenfreno pasional, de la mirada sutil a la expresión más exagerada. Son difíciles los diversos estados de ánimo que atraviesa el personaje, y Thomas, con un fluido francés transmite emoción, risa e inocencia… y además demuestra ser una de las mujeres de 50 años más hermosas y sexis de la pantalla, sin necesidad de hacerse cirugías u ocultar su edad con maquillaje. Su excepcional trabajo enaltece la calidad del film.

La directora logra mantener un clima de tensión latente a lo largo de todo el film. No tiene miedo de hacer escenas de sexo “osada” para un film de estas características. Poco importa si el final es o no previsible. A diferencia de otras películas la breve duración ayuda a que el impacto final deje reminiscencias en la conciencia del espectador.