Parabellum

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Cuestión de supervivencia

El director de origen austríaco Lukas Valenta Rinner -que estudió en la Universidad del Cine (FUC) en Buenos Aires- hizo una película que se desarrolla mayormente en la provincia de Buenos Aires. La lengua que hablan los personajes es el español, pero los modos perfeccionistas de los encuadres y el tono desapegado y sombrío -a pesar de cierto humor sardónico que impregna el relato sobre todo en la primera parte- remiten a algunos directores austríacos y alemanes contemporáneos.

Parabellum -que significa "prepararse para la guerra"- es una distopía con cero estridencias que se desarrolla en un futuro cercano, o en un presente pesimista, en el que el fin del mundo está al acecho (o es un factor de control social).

Un grupo de gente se va de la ciudad -arquitectónicamente inhóspita, vaciada de cualquier tipo de calidez- a la naturaleza, al Tigre, en donde es entrenada para la supervivencia en un contexto de conflicto permanente aunque puesto en sordina por el film.

Buena parte de la película se consume en el segmento de entrenamiento. En la parte final hay una narración leve en cantidad de peripecias y sólida en tono -como toda la película- que ofrece mayores posibilidades de empatía, mayor conexión narrativa. Una tentación incipiente más comunicativa, quizá más convencional, en la que incurre poco el relato, pero que podría haber elevado esta sólida y extraña película a una categoría superior, menos segura pero más vital, más despareja pero más apasionante.