Operación Overlord

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Hay personas que sostienen que los híbridos no son para ellas. Bueno, Operación Overlord es precisamente un híbrido entre filme de guerra y de zombies, cuando éste último suele combinarse más en otro tipo de hibridez, la de acción y zombies.

Pero como detrás de Operación Overlord está J. J. Abrams, el señor de Lost, de dos de las tres películas de la nueva saga de Star Wars, y de Cloverfield, así que todo podía esperarse.

Y en Operación Overlord pasa, exactamente, de todo.

Dirigida por Julius Avery, está ambientada en la Segunda Guerra Mundial, con soldados cayendo en paracaídas desde el aire a la Francia ocupada, muy pronto el eje de aliados contra nazis pegará un rotundo giro.

Al principio nuestro héroe sin saberlo es el soldado raso Boyce (Jovan Adepo, de la serie The Leftovers), un hombre de color que hasta hace tres meses era un civil como cualquiera y ahora debe allanar el camino para el posterior e inminente desembarco de las tropas en Normandía.

La misión: derribar una antena de radio que los alemanes montaron arriba de una iglesia. Pero el avión es derribado, los soldados caen donde no deberían y tienen pocas horas para cumplir con su objetivo. Conocen a una joven local de la resistencia (Mathilde Ollivier), y paran en su casa. Allí, les cuenta, está arriba, su tía, “muy enferma”.

Es que como ya hemos visto en otras películas, sean adaptaciones de cómics de Marvel o lo que fuera, siempre, pero siempre hay un científico loco al que le gusta experimentar sobre cuerpos humanos. Mengele al margen, o no, aquí, los habitantes del pueblo fueron como conejillos de Indias. Y Boyce se encuentra en la parte de atrás de un camión lleno de pedazos humanos, porque eso es lo que son, bramando y pidiendo ayuda.

Hay más de un malo (el oficial que obliga a Chloe a un arreglo sexual y el científico loco) y mucha, pero muchísima matanza y sangre y vísceras y torturas y todo aquello que a cierto público le encanta y no le hace atragantarse con el pochoclo.

Y hay también, cierta imaginación frondosa, porque crear esta historia y darle tantas vueltas y vericuetos no es de un libretista del montón.

Lo dicho: Operación Overlord es un híbrido, bellamente fotografiado (los colores del comienzo del vuelo son bien, pero bien de cómic). Usted decide.