Ónix

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

Al cine argentino le sobran exponentes ambientados en las calles de Buenos Aires, sobre todo de la Capital Federal. Sin embargo, hay films notables realizados en las diversas provincias que componen el país. Es cierto que la mayoría de las películas rodadas en el interior suelen caer en pintoresquismos for export, en especial cuando se trata de producciones industriales. Pero cuando son creaciones íntimas de directores nativos de aquellos parajes, surgen films únicos, con su propia idiosincrasia, cuidados desde lo estético y lo narrativo, y muy lejos de preocuparse por vender centros turísticos. Décadas atrás, Fernando Birri puso a Santa Fe en el panorama cinematográfico gracias a su trabajo (incluyendo la fundación de Instituto de Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral), y en este momento Córdoba ya es cuna de una interesante generación de directores. Tampoco se debe olvidar lo que Lucrecia Martel hizo por Salta.

Santa Luis ostenta su propio estudio, San Luis Cine, involucrado en producciones de la talla de Iluminados por el Fuego (2005). Salvo algún caso aislado, se trata de largometrajes que rápidamente caen en la intrascendencia. Sin embargo, el cineasta más interesante de la región viene trabajando al margen de los presupuestos abultados y silbando bajo: Nicolás Teté, responsable de Ónix (2016)

Cuando su abuelo muere, la joven Martina (Naiara Awada) viaja con su madre a su San Luis natal. Allí se reencontrará con familiares que no veía desde hace años, especialmente sus primos, de la misma edad que ella. Al principio la ven como una desconocida, pero de a poco se irán recuperando lazos, algo crucial en horas de luto.

Como en su debut, Últimas Vacaciones en Familia, Teté vuelve con otra historia familiar ambientada en territorio puntano, pero esta vez poniendo énfasis en los personajes sub 25: la relación entre ellos, sus angustias, su sentido del humor, la manera en que lidian con el dolor y la pérdida. El director presenta a estos jóvenes con autenticidad y frescura, sin caer en poses ni en golpes bajos. Naiara Awada y Camilo Cuello Vitale (con quienes el director había trabajado en Últimas Vacaciones…) encajan a la perfección en la idea de Teté, lo mismo que la siempre interesante Ailín Salas.

Ónix muestra cómo los nuevas generaciones enfrentan problemas cruciales de la vida (y la muerte), además de evidenciar la evolución de un cineasta.