Noche de miedo

Crítica de Pablo Raimondi - SI (Clarín.com)

Colmillazos de placer

El estudiante Charley Brewster (Anton Yelchin) es un pibe con suerte, uno de los más populares en el colegio y el que sale con la más linda del curso: Amy, interpretada por la bella inglesa Imogen Poots. Pero su vida da un giro crucial cuando conoce a Jerry (Colin Farrell), un inquietante hombre que se muda al lado de la casa familiar.

El misterioso perfil del nuevo vecino despierta la atención de Ed (Christopher Mintz-Plasse), un geek de aquellos y viejo amigo de Charley. Obsesionado con las leyendas urbanas y las cofradías de vampiros, el curioso nerd se entromete más de lo debido y termina bajo las garras de Jerry, que como en cualquier película de terror de los ochenta, lo que se sospecha, tarde o temprano es realidad.

Pero volvamos a Farrell, quien desde su sombría imágen busca conquistar a Jane (la australiana Toni Collette), madre de Charley como así también le tira onda a su blonda noviecita. Pero nada de esto funcionará y dará a luz (vaya paradoja) a su instinto criminal en búsqueda de la vida eterna.

Ed le había advertido a Charley acerca del oscuro personaje de Farrell, pero el joven protagonista ignora sus acusaciones como así también trata de filtrarlo y borrar su pasado friki. Pero día a día, sus compañeros de banco desaparecen misteriosamente y Brewster comienza a sospechar de la leyenda upir. Y tiene la mágica idea de recurrir al ilusionista Peter Vincent (David Tennant), un émulo de Criss Angel versión alcohólica. Este personaje muestra la cruda realidad del negocio del entretenimiento: chicas histéricas, mucha peluca, falsos tatuajes, maquillaje y cero onda (¿les suena?). Y lo enfrentarán.

La película de Craig Gillespie no se mueve mucho del argumento original de La Hora del Espanto, con la diferencia que este clásico de 1985 causó mucho más impacto que lo que hoy ofrece Noche de miedo: los ojos negros de Jerry, lo sórdido de su vivienda y la trama del linaje vampírico, con objetos coleccionables más que interesantes. Una cruz prendida fuego, agua bendita, balas de plata (para hombres lobo, ¡ops!), son cliches que no faltan. Una peli más del tema, y van....