No mires

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Mezcla de terror, suspenso, e intento de drama, "No mires", de Assaf Bernstein, causa menos pavor que risas involuntarias. En aquella subvalorada joya de Disney, "Mulan", su protagonista nos cantaba en la voz de Christina Aguilera “Who is that girl I see staring straight back at me? When will my reflection show who I am inside?” (¿Quién es la chica que veo parada frente a mí? ¿Cuándo mi reflejo mostrará quién soy por dentro?).
Exactamente veinte años después de aquel 1998, ese estribillo podría resignificarse en la sufrida y cancina voz de la protagonista de No mires. Ella es Maria (India Eisley), una adolescente que sufre, eso es lo que subraya una y otra vez el guion. Cual si fuese un capítulo de La rosa de Guadalupe, o cualquiera de las ficcionalizaciones de un programa evangelista, Maria vive deprimida, y sumida en una timidez y negrura que no la deja reaccionar. No conecta con sus compañeros de colegio que oscilan entre ignorarla y hacerle bullying.
Con sus padres la cosa no es mejor.
Su madre (Mira Sorvino) tiene sus propios asuntos que resolver y mantiene una irritada relación con María. Con su padre (Jason Isaacs), la cosa es bastante más turbia, parece protegerla, pero… María da todos los síntomas de tener graves problemas psicológicos para relacionarse y expresarse, pero claro, nadie la escucha.
Un buen día, lo que tenía que suceder, sucede. María escucha voces en su cabeza que reprime, siente que su reflejo en el espejo actúa de forma independiente, y llegado el momento sucederá el cambiazo. María queda atrapada en el espejo, y en nuestro plano surge Airam (sí, leyeron bien, es María al revés, como Drácula y Alucard) la contraparte de María, todo lo que María no es.
De golpe, esa adolescente retraída, se convierte en una chica provocadora, sexy, y desafiante. "No mires" pudo ser una comedia (bueno, en cierta e involuntaria forma lo es), pero no. Airam se pone muy extrema, y no temerá en asesinar si es necesario para lograr sus fines. El guion del también realizador Assaf Bernstein puede recordar a películas ochentosas como "Christine", "La llamada del diablo (976 Evil)", y por supuesto la saga "El Espejo" ("Mirror, mirror" 1 & 2); pero en todas aquellas (por favor no mancillemos el clásico de Carpenter) existía una auto consciencia de ser una película de estilo clase B, libérrima, y con la diversión absurda como objetivo principal.
Por el contrario, "No mires" pretende tomarse en serio, es oscura, densa, y con una gravedad inusitada en sus diálogos. Por supuesto, lo único que logra es ser una exquisita comedia involuntaria, o un digno exponente del consumo irónico.
Las situaciones se ponen cada vez más ridículas y fuera de lógica, hay determinadas escenas que deberían considerarse clásicos instantáneos del placer culposo. India Eysley, hija de la argentina Olivia Hussey, demuestra una incapacidad absoluta para expresar algo. Lo suyo recuerda a la mediática Karina Jelinek pasando de “cara de mala”” o “cara sexy” sin cambiar nada en absoluto.
No puede componer bien un personaje, y debe componer dos contrapuestos. Carita de pato para todo, haciendo quedar a las recordadas gemelas buena/mala de Andrea del Boca como hitos de la gran interpretación. Mira Sorvino termina de arrojar su Oscar por la ventana y transita por la película a los gritos, hieráticamente.
Peor le va a Jason Isaacs que se esfuerza en demostrar que es buen actor (como siempre), pero debe lidiar con la línea narrativa más incoherente, no se entiende qué es lo que sucede con ese personaje. Pensada como telefilm, extrañamente esta película llega a nuestra cartelera, lo cual no hace que mejore su calidad.
Su realizador israelí, debutante en EE.UU., no hace nada por mejorar el promedio, todo se ve gris, azul, con apenas destellos de rojo para marcar la diferencia. Como si los diálogos no fuesen lo suficiente subrayados sobre todo lo que les pasa a los personajes, el lenguaje visual también es de por más obvio. Mejor ni hablemos de los abundantes problemas de continuidad.
Sus hora y cuarenta y tres minutos pueden hacerse eternos. La única solución que nos queda es comenzar a reírnos, y con ganas. Todos es tan ridículo, tan estúpidamente presentado, que la risa brota sin mayores esfuerzos, contraponiéndose al aburrimiento general de la propuesta.
"No mires" termina pareciéndose a ver un show de bloopers o los cásicos videítos con filmaciones caseras fallidas online, nos reímos culposamente de la desgracia. Una niña buena, y una niña mala; una película aburridísima, y una divertidísima comedia del desastre. Las dos caras de un mismo espejo...