Ney, nosotros, ellos y yo

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

En el desierto del consenso

Nosotros, Ellos y Yo es un documental muy personal del realizador Nicolás Avruj, ya desde el título la dicotomía entre lo colectivo y lo individual se entrecruzan en un juego dialéctico que propone distintas miradas y reflexiones sobre un hecho, a la vez que arraigadas a la experiencia de un viaje desde Argentina a Israel.

La necesidad del director surge en el año 2000 cuando en un primer viaje tomó la decisión de ir a su tierra ancestral en busca de un primo, quien paradójicamente para ese entonces regresaba a Buenos Aires. El azaroso desencuentro mutó en diferentes alternativas, que confluyeron en la idea de viaje íntimo y travesía personal.

El testimonio recogido por Nicolás Avruj con su cámara testigo, a la vez narradora, durante su estadía en casas de familias o de desconocidos, tanto en Israel como en Palestina, en el contexto de la Segunda Intifada, articula el relato desde una distancia muy difícil de conseguir tratándose de una película en primera persona.

La virtud de NEY es exclusiva de la toma de posición del realizador a partir del despojo manifiesto de preconceptos y con la intencionalidad explícita de comprender un fenómeno histórico, político y social de gran complejidad, en el que la mayoría de los involucrados de ambos lados del conflicto ocupan el papel de víctimas de ideas fundamentalistas y negadoras de la realidad, tanto de un bando como del otro.

Para Nicolás Avruj el viaje es un disparador de preguntas sin respuestas, aunque la sobreexposición del cuerpo en lugares conflictivos supone en primera instancia honestidad y, en segundo término, una postura ética, abierta al debate y a todo tipo de interpretaciones por parte del espectador.

En ese sentido, el ejemplo más acabado es el viaje que el propio Avruj documenta a bordo de un taxi por las calles de Cisjordania, mientras se pregunta qué pasaría si sus interlocutores palestinos descubren su verdadera identidad. Ese miedo absolutamente verosímil impregna a NEY de una verdad incontrastable: las apariencias engañan y someten a pueblos enteros.