Nessuno si salva da solo

Crítica de Laura Osti - El Litoral

Amore all’italiana

“Nessuno si salva da solo” es una película que trata sobre uno de los temas más frecuentados en todos los tiempos: el conflicto de pareja.
Los personajes protagónicos son Delia y Gaetano, quienes integran un matrimonio con dos hijos pequeños, familia que está atravesando una profunda crisis debido a la separación de los cónyuges.
El relato se ubica sobre una delgada línea entre el melodrama de formato televisivo y la novela psicológica. Haciendo equilibrio entre ambos extremos, el director Sergio Castellitto propone una catarsis, de estructura teatral, que implica sacar a relucir los “trapos sucios” de una relación, hasta lograr una especie de alivio sanador que aunque no resuelve ninguno de los problemas, al menos libera a los personajes de las tensiones reprimidas y contenidas.
Basado en una novela de Margaret Mazzantini (esposa de Castellitto), el relato, de estilo naturalista, comienza cuando Delia y Gaetano están separados y se encuentran en un restaurante para organizar las vacaciones de los chicos. El tema a discutir es cuánto tiempo van a estar con el padre y cuánto con la madre, y esas cosas.
Ella es la más dura y rígida, está plantada en una posición que no parece estar muy dispuesta a la negociación amigable, en tanto que él se muestra un poco más accesible y expectante. Ambos están muy serios y se tratan con esa mordacidad sutil con que las parejas suelen agredirse en la intimidad.
Ese encuentro en el restaurante, que se hace interminable, parece durar toda una noche. Ellos dos, sentados a la mesa, empiezan a hacerse infinidad de reproches, que dan pie a oportunos flashbacks que van exponiendo todos los detalles de la historia del matrimonio y cómo fue que llegaron a esta instancia del presente.
En ese aspecto, la narración sigue un orden cronológico: la serie de raccontos comienza desde el día que se conocieron y va punteando sobre cada uno de los acontecimientos más significativos por los que atravesó la pareja: el sexo, la convivencia, la presentación a los padres de cada uno, el nacimiento de los hijos, el trabajo, la rutina, los miedos, los complejos, la sensación de fracaso, los celos, las infidelidades... no deja ningún tópico sin tocar.
El encuentro mismo en el restaurante va atravesando por distintas instancias, con violencia y llanto incluidos, hasta que las aguas parecen calmarse y la historia sugiere un final abierto.
Por tratarse de un tema tan común y de una historia sin sucesos extraordinarios, sino más bien una estandarización histriónica de la experiencia matrimonial de los jóvenes de estos tiempos, el valor y el interés de “Nessuno si salva da solo” está dado por la capacidad de los dos actores protagonistas para componer sus personajes y lograr transmitir la complejidad de sus emociones, ante una cámara que está todo el tiempo sobre ellos, tratando de registrar hasta esas situaciones que nadie querría hacer públicas, esas cosas que pasan puertas adentro de una casa o muy en lo profundo y privado de la psiquis.
El mérito es de los actores Riccardo Scamarcio (Gaetano) y Jasmine Trinca (Delia), quienes tienen una intensa química entre ellos y consiguen darles a sus personajes una infinidad de matices, lo que contribuye a enriquecer el relato.
Y como detalle simpático, Castellitto utiliza un recurso también muy teatral, al cruzar en el camino de los jóvenes a una pareja muy mayor, que evidentemente ya ha pasado por muchas batallas e intenta darles alguna lección de vida, que nunca está de más, interpretada por Ángela Molina y Roberto Veccioni.