Nace una estrella

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Hay tantas versiones de Nace una estrella que hasta es difícil que los expertos se pongan de acuerdo en cuantas son. Lo cierto es que con el título de Nace una estrella la película que se estrena ahora sería la cuarta. La primera, la de 1937 estaba claramente inspirada en un film de 1932 llamado What Price Hollywood? a un punto tal que hubo acusaciones de plagio. Pero las nace una estrella norteamericanas siguen siendo cuatro, ni una más, ni una menos. La India, que no quiere sentirse menos es lo que a cantidad de películas se refiere, no hizo una, sino dos versiones de Nace una estrella, aunque no uso el título ninguna de las dos veces. Entonces ya no serían cuatro, serían seis y siete si consideramos aquel film de 1932.

Pero hay otra cosa que las diferencia, la obra maestra de 1937 y su remake de 1954 transcurrían en el mundo del cine y la protagonista era actriz. A partir del film de 1976 el centro de la trama no son actores sino cantantes. Por eso Nace una estrella 2018 es muchísimo más una remake de la película protagonizada por Barbra Streisand que de los films anteriores. Las películas de la India toman un poco de todas, como suele ocurrir con las películas de ese país. Por otro lado, cada una de las películas tiene una identidad que le otorga la época en la que fue hecha, siendo claramente, la actual, la peor de todas las que se hicieron en Estados Unidos.

A Star Is Born 2018 mantiene la historia central intacta en lo que se refiere a la relación de sus dos protagonistas. Jack (Bradley Cooper, también director de la película) es un cantante exitoso pero decadente, alcohólico y problemático que en una escapada fuera de las luces ve cantar a una joven camarera llamada Ally (Lady Gaga). Inmediatamente se da cuenta del talento gigantesco de ella y en poco tiempo ambos estarán enamorados. Ella tiene todo por delante, él ya no tiene nada.

Es digno de análisis el nivel de superficialidad narrativa que tiene esta nueva versión. Qué no logra que sea creíble toda la curva dramática para creernos todo lo que le ocurre a los protagonistas y que no puede evitar subrayar el momento más famoso del film volviéndolo un poco más escatológico y desagradable de lo que hubiera soñado cualquiera de los films anteriores. El guión y su necesidad de ser algo nuevo es lo que destruye finalmente a la película. La pareja protagónica es carismática y si hubieran hecho un musical sin explicaciones psicológicas de jardín de infantes tal vez podrían haber logrado ellos solos sacar a flote a la película.

Pero tal vez sin proponérselo A Star Is Born dice algo de los tiempos que corren. Una super estrella de la música como Lady Gaga convierte al film en un evento y de ese evento nadie quiere quedar afuera. Una mirada acrítica y complaciente posiblemente ampare y perdone las falencias que esta película tiene. Todos ganan, las canciones funcionan y no hay que arruinar la fiesta diciendo que hay muchas cosas que no funcionan. Incluso el tema final, tan bien cantado por la protagonista, termina perjudicado por las obviedades del director. Nuevamente, ellos tienen todo el carisma necesario, pero nunca, ni en 1937, ni en los cincuenta, alcanzó solo con eso. Es una triste ironía que la primera versión, la protagonizada hace ya ochenta y un años por Janet Gaynor y Fredrich March, siga siendo la mejor de las muchas que se han hecho.