Nace una estrella

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Una particularidad de Nace una estrella es que sus tres versiones previas, estrenadas en 1937, 1954 y 1976, terminaron con varias nominaciones al Oscar y probablemente suceda lo mismo con esta nueva remake que representa la ópera prima de Bradley Cooper.
Al menos en la categoría de Mejor Canción Original le sobran temas musicales para ser destacados, gracias a una tremenda banda de sonido que queda en el recuerdo luego de ver la película.
Otra ventaja con la que cuenta este clásico es que siempre llegó a los cines con una brecha de tiempo considerable entre las diversas producciones, algo que ayudó a que el desgaste de la trama no se sienta tanto en el público.
Pasaron 42 años desde que Kris Kristofferson y Barbra Streisand recrearon esta historia de amor en los años ´70 y actualmente hay toda una generación de espectadores que recién descubrirá este relato con la película de Cooper y probablemente sean quienes más la disfruten al no tener referencias de las entregas anteriores.
El debut como cineasta del actor es realmente muy bueno y aunque su obra no ofrece nada nuevo ni tiene el interés de reinventar este clásico con algún ingrediente interesante, el film funciona de maravillas al brindar un gran espectáculo que se apoya en la química que tienen los dos protagonistas.
Bradley Cooper quien antes de involucrarse en este proyecto, jamás había tocado una guitarra en su vida, sorprende en las secuencias musicales con sus interpretaciones y Lady Gaga como era de esperarse la rompe cada vez que toma las riendas de una canción.
En los momentos más dramáticos ella ofrece una composición muy correcta de la talentosa Ally, si bien tiene como red de contención el hecho que su rol presenta numerosos tintes autobiográficos.
Algo que de todos modos no desmerece en absoluto su labor con un personaje icónico que en el pasado fue interpretado por Judy Garland y Barbra Streisand y no es tan sencillo de sacar adelante.
Lo que ocurre con Gaga es que no se pierde por completo en el rol de Ally como lo hace Cooper con su interpretación del músico Jackson Maine, donde inclusive llegó cambiar el tono de su voz original y acento.
La entrega de Bradley en el papel es admirable y aunque el personaje remite bastante al alcohólico que compuso Kris Kristofferson en el ´76 también tiene su propia personalidad.
La primera hora de Nace una estrella es sublime y construye con mucha solidez la relación que surge entre los dos protagonistas. De entrada se gesta una empatía absoluta por ellos y el romance se aborda de un modo natural sin exceso de melodrama.
Luego en la segunda mitad, a partir del momento en que el personaje de Gaga empieza a cumplir su sueño artístico, el relato de Cooper se vuelve más acelerado y de repente la pareja quema un montón de etapas como si el director hubiera estado apurado por llegar al acto final.
No obstante, en esta cuestión juegan un papel clave las secuencias musicales que contribuyen a levantar muchísimo el film, sobre todo cuando el romance entra en el terreno del cliché.
Hay dos cuestiones que no se pueden dejar de destacar de esta versión de Nace una estrella.
En primer lugar el soberbio trabajo que hicieron con el sonido, donde en más de una ocasión la película te hace sentir que estás dentro de un concierto. Resulto un enorme acierto del director registrar los números musicales en vivo donde las canciones logran sobresalir con más fuerza en la historia.
Por otra parte, hay que darle el crédito a Bradley Cooper por haber capturado una de las mejores interpretaciones en la carrera de Sam Elliot, quien encarna al hermano del protagonista.
Elliot, quien siempre fue un gran remador de Hollywood, rara vez tiene la chance de sobresalir con un personaje de este modo y en el film se roba cada escena en la que aparece. De hecho, me quedé con ganas que su personaje tuviera un peso mayor en la trama.
Si bien a esta historia le sobran 15 minutos que estiran el relato más de lo necesario el balance general creo que es muy positivo.
Sólo por las secuencias musicales es una película que merece ser disfrutada en una pantalla de cine.
Más que una estrella lo que nació con esta producción es un director prometedor al que habrá que seguirle los pasos en el futuro.